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“...Se encaminó presurosa..”
Juan tiene 18 años, está enfermo. La noticia lo ha destrozado. Se ha encerrado en si mismo. No quiere contárselo a nadie. Pasa largas horas en su pieza frente a la computadora.
Carla tiene 15 años, es fanática de Facebook, se hace todos los test que haya, consulta la galleta de la suerte, tiene una ciudad y una huerta virtual en donde cosecha tomates y otras plantitas. Su vida personal y su familia es un desastre.
Aldo vive de noche, y duerme de día. Tiene 17 años. Le gusta chatear en el MSN, visitar páginas en Internet y jugar a los juegos online.
María era una joven como vos. No estaba entre sus planes próximos quedar embarazada. Estaba de novio, nada más. Pero eran otros tiempos. Pronto recibe un anuncio: “…Darás a luz un hijo”.
¿Cómo explicarle al mundo lo que le había pasado? ¿Cómo contarles a todos que ese hijo era obra de Dios? ¿Cómo explicárselo a su novio José? Según las leyes de esa época, si una mujer tenía relaciones antes de estar casada podía ser apedreada. Uno a uno los hombres del pueblo le tirarían piedras hasta matarla. María tiene miedo… pero en su miedo sólo se acuerda de su prima Isabel que ya es mayor y espera un hijo. Por eso, sin pensarlos dos veces, parte “presurosa” a la casa de su pariente.
Actualmente parece que cada joven está encerrado en sus propios problemas. Que cada uno hace la suya. Que nos desconectamos de la realidad, y nos conectamos a un mundo virtual, a un mundo imaginario, pero que al parecer es seguro.
La sociedad nos obliga a encerrarnos, tenemos miedo a la inseguridad, a la delincuencia, a los problemas del mundo. Y somos cada vez más individualistas. No sabemos lo que les pasa a los demás. A veces nos enteramos que le pasa al otro, cuando en su nick del Messenger pone su estado de ánimo. Pero no nos hacemos un tiempo para acercarnos a compartir con el otro.
¿Cómo es posible que nos pasemos tantas horas haciendo test, sembrando plantitas virtualmente, jugando juegos de lo más violentos en Internet?
La imagen de María que parte rápidamente a la casa de su prima, tiene que servirnos de ejemplo. Ésta deja de lado sus preocupaciones, que verdaderamente son graves, y se ocupa de los demás. No se encierra en sus propios problemas, sino que se abre a los demás. Sabe de la violencia de su mundo, pero se pone en manos de Dios, y hace su voluntad.
La visita de María, que lleva a en su vientre al Salvador, hace saltar de felicidad a su prima Isabel y también su vientre se llena de gozo. María comparte su alegría, comparte su tiempo, se comparte.
¿Y nosotros los jóvenes? En este tiempo de Adviento estamos invitados a salir de nuestro individualismo, estamos invitados a recordar a aquellos que necesitan nuestra compañía y servicio.
A María no la mueven motivos humanos, se ha llenado del Espíritu Santo y es la primera anunciadora de que las promesas de Dios se han cumplido.
Pidamos a Dios que nos llene de su Espíritu para romper las cadenas de la Pereza y el Egoísmo. Sólo Él lo puede hacer … “¿Crees esto?” (Jn 11,26)...
“Feliz de ti por haber creído...” (Lc. 1,45)
Andrés Obregón
EN ESTE MES, NUESTRO CORAZÓN SE PONE MÁS SENSIBLE, MIRAMOS LAS COSAS DE MANERA DE DIFERENTE, SOMOS MÁS GENEROSOS Y SOLIDARIOS...
ResponderEliminarCOMPARTAMOS CON OTROS EL TESTIMONIO DE LO QUE JESÚS HA HECHO EN NUESTRAS VIDAS, PARA QUE TODO EL MUNDO SEPA QUE POR DIFÍCIL QUE SEA EL MOMENTO QUE ESTÁN PASANDO, HAY UN FUTURO PERFECTO DE LA MANO DE JESÚS...
ADELANTE, ANDRÉS!!! HERMOSOS TUS ARTÍCULOS!!! DIOS TE SIGA BENDICIENDO Y USANDO!!! <3 SANDRA.