sábado, 27 de abril de 2013

El noviazgo necesita un control cada 5 mil kilómetros

En aquel tiempo, dijo Jesús: «Entonces el Reino de los Cielos será semejante a diez vírgenes, que, con su lámpara en la mano, salieron al encuentro del novio. Cinco de ellas eran necias, y cinco prudentes. Las necias, en efecto, al tomar sus lámparas, no se proveyeron de aceite; las prudentes, en cambio, junto con sus lámparas tomaron aceite en las alcuzas. Como el novio tardara, se adormilaron todas y se durmieron. Mas a media noche se oyó un grito: "¡Ya está aquí el novio! ¡Salid a su encuentro!" Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron y arreglaron sus lámparas. Y las necias dijeron a las prudentes: "Dadnos de vuestro aceite, que nuestras lámparas se apagan." Pero las prudentes replicaron: "No, no sea que no alcance para nosotras y para vosotras; es mejor que vayáis donde los vendedores y os lo compréis." Mientras iban a comprarlo, llegó el novio, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de boda, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron las otras vírgenes diciendo: "¡Señor, señor, ábrenos!" Pero él respondió: "En verdad os digo que no os conozco."Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora".  Mateo 25, 1-13



El último feriado largo de semana Santa, aprovechamos con mi esposa para viajar a Córdoba y reencontrarnos con su familia. Desde hace más de un año que tenemos auto y para mí fue descubrir un nuevo mundo. Tuve que aprender a manejar, y en ese aprendizaje cometí algunos errores: ¡dos o tres raspones! Una de las cosas que más me cuesta es dedicarle tiempo al auto, tiempo para limpiarlo y tiempo para controlarlo.  Es así que nos fuimos, conduciendo más de 800 kilómetros. El viaje fue sin sobresaltos, todo tranquilo.
Cada vez que llegamos a Córdoba, mi suegro se encarga de preguntarme si le inflé las ruedas, si lo llevé a controlar, si le medí el aceite. Un día antes de salir, yo había llevado el auto al técnico para que me lo controlara, pero no tenía ningún turno libre.
Ya que estaba mi cuñado y él sabe más que yo de autos, me ayudó a controlarlo. Gran sorpresa nos llevamos cuanto medimos el aceite. Estaba seco. Sí, completamente seco, ni  una gotita de aceite. Yo le dije un poco nervioso: “¡Cómo que no tiene aceite, si no me marcó ninguna lucecita de alerta!”. Después me enteré que si la lucecita se prende es porque ya está en las últimas y en muy probable que ya no haya nada que hacer, ¡es muy probable que se funda el motor!
Lo que aprendí de esa experiencia es que no debo posponer el control cada 5 mil kilómetros y que no debo esperar a que el tablero me marque con una lucecita roja que me falta aceite.
Lo que me pareció extraño es que el auto anduvo bien en todo el viaje, que ni me dí cuenta que algo raro pasaba.
Ahora bien,  ¿No pasa algo semejante en los noviazgos, y mayor aún en los matrimonios?
Tal parece que una vez que conquistamos al amor de nuestra vida, una vez que aprendimos a “manejarnos” viviendo con el otro, nos olvidamos de que hay que controlarle el “aceite” a la relación. Hay parejas que solamente se preocupan por su relación cuando se enciende la “luz roja”, y en muchos casos cuando la señal de alerta se prende ya es un poco tarde.
Creo que si me quede sin aceite, es porque soy cómodo, porque pienso que nunca nada me va a pasar a mí, porque creo que esas cosas le pasan a otros. Pero, cuando nos acostumbramos a las cosas, cuando nos ponemos cómodos, perezosos en nuestras relaciones estas terminan por debilitarse.
He escuchado muchos casos en donde las parejas dicen frases como esta: “No sé qué pasó, si estábamos bien”. Pero ¿Qué es estar bien? ¿Estar bien es vivir en una tranquilidad aparente, en una paz en donde no se discuten los problemas sino que se los esconde? ¿Eso es estar bien?
El aceite que necesita una relación es el dialogo. Un dialogo abierto y sincero, un dialogo en donde no tengamos miedo a exponer todo lo que nos pasa en la relación.
El aceite que necesita una relación es el tiempo de calidad. No se trata de la cantidad, sino de cómo se aprovecha ese tiempo juntos. Y para que quede claro pasar un tiempo de calidad no es mirar abrazados una película, sino que se trata de conectarse íntimamente con el otro en ese tiempo que nos dedicamos.
Así como busqué ayuda con el auto, recurriendo a mi cuñado. Así también debemos buscar ayudas con personas que saben sobre relaciones, sobre matrimonios, sobre noviazgos. ¡Hay tantos dispuestos a brindarnos una mano en nuestra relación!
No esperemos a que las cosas se pongan difíciles, no esperemos a estar en la última para pedir ayuda, para ponerle aceite al auto.
Si no nos preocupamos por nuestra relación, nadie más lo hará. Lo que no hagas por tu relación no lo hará otro.
Andrés Nicolás Obregón

sábado, 6 de abril de 2013

¿Dónde está Tomás?


Cuando se fue de la iglesia nadie lo notó. Pensó que vendrían a buscarlo. Pensó que lo extrañarían y que alguien lo visitaría para preguntarle si estaba bien. Los días pasaron y parecía que nadie lo echaba de menos. Entonces sintió una enorme tristeza. Nunca más volvió. Nunca nadie lo visitó.


“Al atardecer del primer día de la semana, los discípulos se encontraban con las puertas cerradas por temor a los judíos. Entonces llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: "¡La paz esté con ustedes!". Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor. Jesús les dijo de nuevo: "¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes". Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: "Reciban el Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan". Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Los otros discípulos le dijeron: "¡Hemos visto al Señor!". Él les respondió: "Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré". Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: "¡La paz esté con ustedes!". Luego dijo a Tomás: "Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe". Tomás respondió: "¡Señor mío y Dios mío!". Jesús le dijo: "Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!". Jesús realizó además muchos otros signos en presencia de sus discípulos, que no se encuentran relatados en este Libro. Éstos han sido escritos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y creyendo, tengan Vida en su Nombre. Jn 20, 19-31”


Acabo de escuchar esta lectura, ya la he escuchado tantas veces, pero hoy me quiero detener en una parte. No voy a analizar lo que dice, sino lo que no dice. Tomás no estaba con ellos cuando apareció Jesús. ¿Dónde estaba Tomás? ¿Por qué no estaba en su comunidad? ¿Por qué no estaba reunido junto a los demás apóstoles? La lectura no nos da respuesta, pero podemos imaginar a Tomás vagando desorientado por el camino tal como les ocurre a los discípulos de Emaús.
¡Qué momento crucial habrá sido la muerte de Jesús en la vida de cada uno de los apóstoles! Todo aquello en lo que habían creído, parecía haber desaparecido por completo. Sin líder, sin maestro, sin guía todo parecía más que confuso. Eso sería lo que le pasaba a Tomás por el corazón, era un hombre lleno de confusión.
Muchos se imaginan a los apóstoles rezando lo más tranquilos en comunidad después de la muerte de Jesús. Yo me imagino todo lo contrario, me imagino a un grupo totalmente fragmentado, lleno de culpas, culpándose unos a otros. ¿Cómo seguir si la mayoría había negado a Jesús? Los evangelios solo nos cuentan la negación de Pedro, ¿pero los otros que no estuvieron junto a la cruz no lo negaron también al huir?
Me imagino que para Tomás tampoco había una razón buena para continuar en ese grupo, si eran todos traidores, si ninguno se jugó por su maestro. El único que estuvo al pie de la cruz fue Juan, el más joven de todos, pero los demás no valían nada… y él tampoco, no había sido valiente para defender aquello en lo que creía.
La otra pregunta que me surge es: ¿Ninguno de los apóstoles se preocupó por saber dónde estaba Tomás? ¿Alguno lo buscó? Nadie, porque también estaban llenos de temor. Ninguno se expondría a abandonar la seguridad del lugar en donde estaban por miedo a los judíos, por miedo al afuera.
Este panorama tan devastador, parece tan actual. Es un reflejo de lo que vive nuestra iglesia en este tiempo, es casi una visión profética de las comunidades cristianas del siglo XXI. Hoy al reflexionar esta lectura deberíamos todos preguntarnos ¿Dónde están los que se fueron? ¿Dónde están los demás que estaban en nuestras comunidades y ya no están? Son muchos los que se fueron heridos, lastimados, ignorados, vencidos, agotados, desilusionados. Algunos hasta se han ido llenos de odio. ¿Alguien se tomó el trabajo de irlos a buscar? Creo que este es el tiempo de empezar a salir, de caminar, de abandonar la seguridad del templo y salir a las calles. Quizás alguno no vuelva más, pero si no vuelve que por lo menos no pueda decir que nadie se preocupó por él, que por lo menos no pueda decir que su comunidad lo abandonó.
Tomás vuelve solo. Pero vuelve sediento de pruebas, sediento de señales de que algo en la comunidad cambió, de que algo en la comunidad mejoró. Hoy son muchos los sedientos de signos de un cambio profundo en la iglesia. Hoy son muchos los que esperan ver en la iglesia las marcas del resucitado. Incluso muchos de los que no creen esperan signos, señales, gestos de una iglesia que transparente lo que predica. La mirada del mundo esta puesta en la iglesia, esta es una gran oportunidad para que los cristianos podamos volver a ser luz para los pueblos. 
Jesús no se enoja con Tomás, sino que lo invita a tocarlo, lo invita a poner sus manos en sus heridas. Por eso nosotros no debemos enojarnos con aquellos que nos piden gestos, signos de que un cambio se está dando en nuestras comunidades.
Qué pena sería que la gente que se fue, volviera y viera que todo sigue igual. Qué pena sería si nosotros como iglesia no pudiéramos mostrar al Resucitado que vive en medio nuestro.
Y si vos sos uno de los que se fue, también hay una pregunta para vos ¿Dónde estás Tomás? ¿En qué caminos de las dudas y las incertidumbres te encontrás perdido? ¿En qué laberintos de las heridas que no cierran por la falta de perdón te encontrás? ¿En qué iglesia creías verdaderamente? ¿En una iglesia ideal en donde solo había santos? No, ni siquiera el grupo de los 12 apóstoles que armó el propio Jesús fue perfecto. Es tiempo de que vuelvas a casa, es tiempo de volver al padre. Espero que alguno de nosotros salga a buscarte, pero si no es así espero que veas un signo de que el Espíritu santo está renovando la iglesia. Te esperamos Tomás, la comunidad sin vos no es la misma. 

Andrés Nicolás Obregón

Etiquetas

Lucas Juan amor Marcos 6 Marcos 1 embarazo juan 20 alcoholismo autoengaño desilución despreciado esclavitudes navidad paralisis resurrección Agua Viva Corintios Jeremías Juan 1 Juan 10 Lucas 9 Marcos 10 Marcos 7 Marcos 9 Mateo 25 Samuel bautismo creer en uno mismo cuentos culpa duelo fe imperfecto indiferencia intenta juan 15 lágrimas mediocres noviazgo oportunidad padre misericordioso parto pastor permanecer robo soledad testimonio tranquilidad violencia 1 Corintios 10 1 Juan 1 1 Juan 5 1 Pedro 4 2 tesalonicenses 3 Apocalipsis 22 Constanza Cordero David Deuteronomio 32 Elías Emaús Evangelio de Andrés Ezequiel Génesis Génesis 1 Hebreos 12 Hechos Hijo Prodigo Isaias 49 Isaias 66 Jesús Adrían Romero José Juan 6 Juan 16 Juan 2 Juan 6 Lacas 1 Lucas 1 Lucas 10 Lucas 13 Lucas 15 Lucas 18 Lucas 19 Lucas 21 Luz Marcos 12 Marcos 16 Marcos 2 Marcos 4 Marcos 5 Marcos 8 Mateo Mateo 13 Mateo 14 Mateo 28 Mateo 3 Oseas 11 Pedro Rey Romano 13 Romanos 2 Salmo 17 Samaritana Tomás Zaqueo aborto agradecido anuncio apocalipsis atesorar año nuevo basura cambio de aceite carrera chicos de la calle comercio comida compartir creer decisión desafío descanso deseo despedidas difícil discernimiento dolares dolor domingo de ramos droga enamoramiento enojo escandalo escuela esfuerzo espíritu estigmas fallecimiento fama filipenses fin del mundo frutos futuro gloria hambre higuera huelga humildad impureza incredulo insistencia inundados joven rico juan 12 juan 3 justicia jóvenes llamado llenarnos de Dios llorar lucas 24 madre madurar marginado matrimonio mesías miedo milagros monopolios movimiento muerte multiplicación murmurar niño noche novios oración palabras de afirmación pan pasado pasión pecado peces y panes perdon prejucios presencia profeta prostitución prójimo robar rápido sacrificio salvación samaritano sanación semilla servicio señales silencio sin sentido sindicatos sordomudo sueños suicidio talitá kum templo tocar trabajo unión vasijas vid vida vivir vocación volver a empezar última cena