lunes, 9 de julio de 2012

No soy profeta


Jesús se dirigió a su pueblo, seguido de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga, y la multitud que lo escuchaba estaba asombrada y decía: "¿De dónde saca todo esto? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada y esos grandes milagros que se realizan por sus manos? ¿No es acaso el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago, de José, de Judas y de Simón? ¿Y sus hermanas no viven aquí entre nosotros?". Y Jesús era para ellos un motivo de escándalo. Por eso les dijo: "Un profeta es despreciado solamente en su pueblo, en su familia y en su casa". Y no pudo hacer allí ningún milagro, fuera de sanar a unos pocos enfermos, imponiéndoles las manos. Y él se asombraba de su falta de fe.  Mc 6, 1-6ª

Hoy esta reflexión está dedicada para mí. Si escucharon bien, para mí. Quizás piensen que me volví un egocéntrico, pero es para mí. Si alguno se siente identificado con lo que voy a decir, es pura coincidencia.
De esta lectura se desprende una frase que es muy conocida: “Nadie es profeta en su propia tierra”. Y yo siento que a veces me pasa lo mismo. Que todas las semanas me ponga a escribir esta reflexión, que pienso que les voy a decir esperando que les llegue, dando grandes mensajes para provocar algún cambio en sus vidas. Pero me doy cuenta, que el primero que tendría que cambiar soy yo. Que tengo que predicar con mi vida, con mi testimonio. Las palabras son importantes, pero si después de decir que hay que amar al prójimo, sigo siendo el mismo, entonces no sirve de nada todo lo que dije. Por eso me pregunté en todas esas  veces que no he sido profeta. No soy profeta cuando mi esposa me tiene que pedir miles de veces que limpie la casa, y yo me quedo viendo tele. No soy profeta cuando no les tengo paciencia a mis alumnos, cuando me preguntan mil veces las mismas cosas después de que las acabo de decir. No soy profeta cuando ignoro a los niños que piden monedas cuando estaciono en el semáforo. No soy profeta, cuando les digo a mis alumnos de catequesis que hay que confesarse, y yo doy vueltas para recurrir a este sacramento. No soy profeta cuando soy en el colectivo y me hago el dormido para no dar el asiento a los que los necesitan. Vuelvo a repetir, si usted se siente identificado es pura coincidencia. Hoy estoy hablando de mí. No soy profeta cuando llegó tarde al trabajo porque salgo tarde de casa, porque estaba viendo la compu, porque estaba chusmeando el Facebook. No soy profeta, cuando pongo el  pie en el acelerador, porque me dí cuenta que estaba llegando tarde. No soy profeta cuando no quiero colaborar en las tareas de la casa, sacar la basura, bañar al perro, cortar el pasto. No soy profeta cuando tengo que estudiar para los exámenes y encuentro diez mil excusas para no hacerlo.
No soy profeta cuando en vez de alentar a las personas les hecho en cara todo lo malo que hacen. No soy profeta cuando ando triste y cansado renegando de todas las tareas pastorales que hago. No soy profeta cuando me desanimo fácilmente, y no vuelvo a intentar. No soy profeta cuando retiro mil veces las mismas cosas sabiendo que ya no resultan. No soy profeta cuando no busco innovar para llegar con mi apostolado a más jóvenes. No soy profeta cuando escucho la música a todo volumen y no respeto a mis vecinos. No soy profeta cuando miento, por más pequeña que sea la mentira.
No soy profeta cuando no llamo a mis amigos esperando que me llamen ellos. No soy profeta cuando no saludo porque no me saludan. No soy profeta cuando enseño a mis alumnos a que diga por favor y gracias, y yo nunca los digo.
No soy profeta cuando en el trabajo o en la escuela soy siempre lo mínimo. No soy profeta cuando puedo esforzarme más, y me esfuerzo lo justo y necesario. No soy profeta cuando soy tan mediocre y me conformo con poco.
No soy profeta cuando pierdo el ánimo porque siempre cometo los mismos errores. No soy profeta cuando no dejo de cometer los mismos errores, porque siempre los cometo.  No soy profeta cuando pienso que ser santo es hablar así todo triste…
No soy profeta cuando juzgo a otros porque no son profetas, cuando me quejo porque los demás no dan testimonio, cuando pienso que los demás hacen las cosas para aparentar, cuando no me doy cuenta de que parezco mucho a aquellos que critico. No soy profeta cuando no dejo lugar a otros para que ellos también crezcan y quiero acaparar todo yo. Vuelvo a repetir, esta reflexión es para mí, pero si te sentís reflejado te invito a que te preguntes en qué actitudes diarias no sos profeta.
Me doy cuenta que es muy difícil ser profeta en nuestra propia tierra, en nuestra propia vida. Muchas veces espero que los demás cambien, que ellos mejoren. Pero yo soy el primero que debe cambiar. Si me cuesta tanto cambiarme a mi mismo, cómo espero lograr cambiar a los demás.
Pero la lectura de hoy vuelve a hacer hincapié sobre la fe. Contrasta la fe de la semana pasada que tenían Jairo que pedía por su hija, y la de la mujer con hemorragia, con la poca fe de los familiares y conocidos del pueblo de Jesús. También a él le costó ser profeta en su propia tierra, no por él sino por los demás, porque los demás estaban duros de corazón, no podían ver a dios en las pequeñas cosas, no podían ver a dios en lo cotidiano, no podían ver que Dios se manifestaba en sus hermanos.
Ser profeta significa hacer presente a dios en las cosas cotidianas, ahí en el día a día, en el trabajo, en la escuela, en la calle, con mi familia. Debemos tener en cuenta que solos no podemos cambiar, que necesitamos de Dios, por eso debemos tener fe, fe en que él nos puede cambiar, en que él nos puede hacer mejores profetas. Profetas que den testimonio con su vida de Dios.
Te pido que en algún momento del día pidas por mí, para que sea profeta en lo cotidiano. Y si te sentiste identificado con esta reflexión también pide por vos, para que te ayude a cambiar y ser cada día un verdadero profeta.

Andrés Obregón 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por el comentario!!!

Etiquetas

Lucas Juan amor Marcos 6 Marcos 1 embarazo juan 20 alcoholismo autoengaño desilución despreciado esclavitudes navidad paralisis resurrección Agua Viva Corintios Jeremías Juan 1 Juan 10 Lucas 9 Marcos 10 Marcos 7 Marcos 9 Mateo 25 Samuel bautismo creer en uno mismo cuentos culpa duelo fe imperfecto indiferencia intenta juan 15 lágrimas mediocres noviazgo oportunidad padre misericordioso parto pastor permanecer robo soledad testimonio tranquilidad violencia 1 Corintios 10 1 Juan 1 1 Juan 5 1 Pedro 4 2 tesalonicenses 3 Apocalipsis 22 Constanza Cordero David Deuteronomio 32 Elías Emaús Evangelio de Andrés Ezequiel Génesis Génesis 1 Hebreos 12 Hechos Hijo Prodigo Isaias 49 Isaias 66 Jesús Adrían Romero José Juan 6 Juan 16 Juan 2 Juan 6 Lacas 1 Lucas 1 Lucas 10 Lucas 13 Lucas 15 Lucas 18 Lucas 19 Lucas 21 Luz Marcos 12 Marcos 16 Marcos 2 Marcos 4 Marcos 5 Marcos 8 Mateo Mateo 13 Mateo 14 Mateo 28 Mateo 3 Oseas 11 Pedro Rey Romano 13 Romanos 2 Salmo 17 Samaritana Tomás Zaqueo aborto agradecido anuncio apocalipsis atesorar año nuevo basura cambio de aceite carrera chicos de la calle comercio comida compartir creer decisión desafío descanso deseo despedidas difícil discernimiento dolares dolor domingo de ramos droga enamoramiento enojo escandalo escuela esfuerzo espíritu estigmas fallecimiento fama filipenses fin del mundo frutos futuro gloria hambre higuera huelga humildad impureza incredulo insistencia inundados joven rico juan 12 juan 3 justicia jóvenes llamado llenarnos de Dios llorar lucas 24 madre madurar marginado matrimonio mesías miedo milagros monopolios movimiento muerte multiplicación murmurar niño noche novios oración palabras de afirmación pan pasado pasión pecado peces y panes perdon prejucios presencia profeta prostitución prójimo robar rápido sacrificio salvación samaritano sanación semilla servicio señales silencio sin sentido sindicatos sordomudo sueños suicidio talitá kum templo tocar trabajo unión vasijas vid vida vivir vocación volver a empezar última cena