Luz. Tan débil, tan frágil. Luz,
como la de una pequeña vela. Luz en la tempestad de este mundo casi en
tinieblas. Luz que lucha por mantenerse a salvo. Luz que palpita, que chispea,
que se debilita, que depende de un suspiro. Luz que se apaga…
¿Y nosotros? Quedamos nuevamente
a oscuras, quedamos sumidos en un profundo silencio, contemplando la vida que
ya no es, la vida que se nos arrebata de las manos, la vida que se nos quita,
se nos roba, se nos arranca.
Necesitaba un milagro, un milagro
llamado vida. Un milagro que la rescatara de las garras de la muerte, que le
diera el aliento que le negaron, que le dieran la oportunidad de mantenerse a
salvo.
Por las noches, en el cielo, hay muchas
estrellas. Todas brillan, aunque algunas hace muchos miles y millones de años
que se han apagado, que han ardido todo lo que pudieron, que han brillado hasta
agotarse, pero que a pesar de eso siguen iluminando. Su luz sigue viajando a
través del tiempo y del espacio, surcando el infinito.
Ella sigue iluminando, con una
luz distinta, con una luz nueva. Porque a pesar de los pocos meses que pasó por
este mundo luchó con todas sus fuerzas, ardió con toda su chispa, vivió la vida
con tanta intensidad, incluso quizás más que muchos de nosotros.
Su historia nos invita a aferrarnos a la vida, a luchar con todas
nuestras fuerzas, a seguir intentando, a seguir peleando. Su historia nos
invita a amar la vida que se nos fue dada, a agradecer cada instante, cada
minuto, cada segundo. Su luz marca el camino para aquellos que se dan por
vencido, su luz es aliento para los que se creen derrotados.
Su luz nos dice adelante, es hora
de cambiar el mundo, es hora de ponernos en marcha, es hora de dejar de
quejarnos tanto, es hora que se produzca en nosotros el milagro. El milagro de
sacarnos de nuestra indiferencia, el milagro de sacarnos de nuestra
mediocridad, el milagro de sacarnos de nuestra tibieza. Es hora que se produzca
el milagro, el milagro de la justicia para los pobres, para aquellos que no
pueden pagar abogados.
Hoy tu luz se funde con la Luz eterna. Pide a Dios por
nosotros, para que se produzca el milagro de hacer una Argentina y un mundo más
humano.
Andrés Nicolás Obregón
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