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Hoy la liturgia de la Palabra nos
sorprende con un pasaje de la Resurrección. Quizás para que caigamos en la
cuenta, que en un mismo periodo, en un mismo mes, incluso en un mismo día
nuestra vida puede pasar por muchos momentos. También para atrevernos a mirar
que a pesar de que nosotros estemos festejando hay muchos que están sufriendo.
También porque la Navidad y la
Pascua tienen mucho de parecido. Acaso la pascua no es un nuevo nacimiento,
acaso la navidad no es comienzo de la pascua de Cristo. Por eso si queremos
nacer en esta navidad, debemos recordar que hay que morir. Morir a nuestras
viejas actitudes, morir a nuestros pecados, morir a nuestras miserias.
Los dos discípulos encuentran el
sepulcro vacío, solo quedan las vendas. Jesús ya no está ahí, Jesús ya no está
muerto, ha resucitado. Jesús ya no sufre, ya no muere, ya no nace, sino que
vive y un día vendrá con gloria a juzgar a vivos y a muertos. No debemos perder
nunca de vista todo eso, porque si no nos perdemos como cristianos. La alegría
del recuerdo del nacimiento de Jesús, debe traducirse en alegría del encuentro
con el hermano, en la alegría de ayudar a los que necesitan, de la alegría de
reconciliarse con los que estamos peleados.
Es tiempo de ponernos en marcha y
salir a la búsqueda de nuestros hermanos, esa es nuestra misión porque Cristo
ya no está en el sepulcro, Cristo ya no está en el pesebre, sino que nos espera
en cada hermano que sufre.
Feliz Navidad, Feliz Resurreción, Feliz Encuentro con el que Sufre!!
Andrés Nicolás Obregón
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