lunes, 30 de abril de 2012

Yo soy un pastor.


Una vez estuve misionando por Jujuy. Llegamos ya de tarde a un pueblito llamado Ronque, que en lengua aborigen significa piedra. Y todo en ese lugar era piedra, por todos lados, una encima de la otra. Llegamos a una escuela. Bajamos todo nuestro equipaje y el colectivo que nos llevó siguió viaje. No había nadie. Estábamos solos. De pronto detrás de una pirca, una montaña de piedras, vimos asomarse una cabecita de pelos negros. Luego una gran sonrisa de dientes blancos. Era un niño, un niño rodeado de ovejas. Su nombre era Paul. Él conocía a toda la gente del lugar, conocía todos los caminos, conocía por donde debíamos ir y por donde no. Él era un niño, y nos guió durante toda la misión, nos llevó a las casas de las personas del pueblo. Él en ese momento fue nuestro pastor. 


Jesús dijo: "Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da su vida por las ovejas. El asalariado, en cambio, que no es el pastor y al que no pertenecen las ovejas, cuando ve venir al lobo las abandona y huye, y el lobo las arrebata y las dispersa. Como es asalariado, no se preocupa por las ovejas. Yo soy el buen Pastor: conozco a mis ovejas, y mis ovejas me conocen a mí, como el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre y doy mi vida por las ovejas. Tengo, además, otras ovejas que no son de este corral y a las que debo también conducir: ellas oirán mi voz, y así habrá un solo rebaño y un solo Pastor. El Padre me ama porque yo doy mi vida para recobrarla. Nadie me la quita, sino que la doy por mí mismo. Tengo el poder de darla y de recobrarla: éste es el mandato que recibí de mi Padre". Jn 10,11-18

Mi encuentro con ese pastorcito me dejó una enseñanza importante: Todos somos pastores. Todos tenemos a alguien que debemos pastorear, a todos se nos da un rebaño a quien cuidar, a quien proteger, a quien guiar. No podemos poner excusas, ni siquiera decir que somos muy pequeños, o no tenemos experiencia, o que no sabemos. Entonces ante esta verdad, surge una pregunta: si todos tenemos un rebaño, si todos somos pastores: ¿Qué estamos haciendo con el rebaño que nos da Dios, que nos encarga Dios para cuidar?

El Buen Pastor es Jesús. No lo es ni el pastor de mi iglesia, ni el sacerdote, ni los obispos, ni el papa, ni cada uno de nosotros. Si bien cada uno de ellos y nosotros somos pastores, debemos tener en claro esto. Ya que las ovejas que se nos dan para que cuidemos no nos pertenecen, no son propiedades nuestras, sino que es un encargo que nos da Dios.  Esta aclaración es para que no nos creamos que podemos hacer lo que queramos con las ovejas.  Aunque por cada una de ellas, por cada una de las ovejas a las que se nos encomendó el cuidado debemos responder cuando nos presentemos ante el señor, por cada una de ellas se nos pedirá cuenta.

Un joven era pastor de una iglesia y también era profesor en una escuela. A los jóvenes de la iglesia los animaba, los cuidaba, los protegía, les tenía paciencia. En cambio a los jóvenes de la escuela no los trataba de la misma manera, siempre iba con desgano a las clases, nunca les tenía paciencia a sus alumnos. 

Es fácil ser bueno con aquellos que nos siguen, con aquellos que ya están predispuestos a escucharnos, lo difícil es ser un buen pastor con aquellos que no están tan dispuestos a seguirnos, que nos cuestionan todo, que ponen en duda nuestra autoridad. Es muy fácil ser pastor en el templo, muy difícil es ser pastor en este mundo. Es ahí donde tenemos el verdadero desafío.  Tengo 120 alumnos, ante ellos debo tratar de ser un buen pastor, a imagen de Jesús, es ese el rebaño que me da Dios para cuidar. Que hipócrita sería de mi parte, demostrar mi preocupación por los jóvenes de la iglesia y no por los jóvenes de la escuela. Qué hipócrita sería de nuestra parte si tenemos familias no protegerlas por estar en la iglesia. Nuestra familia es el primer rebaño que Dios nos da, y es más que seguro que no va a ser fácil, pero esto es lo que Dios quiere. Hoy te pregunto: ¿Cuál es el rebaño que Dios te está dando para que cuides, y del cual no te estas haciendo cargo por prestar atención a otras cuestiones?

Hoy Jesús se nos presenta como el Buen Pastor. Jesús es el modelo de pastores. ¿Y que significa ser pastor hoy?  "Ser pastor en la Iglesia no puede ser un título de prestigio. Ser pastor en la Iglesia no es ocupar un lugar preferencial. Ser pastor en la Iglesia no es tener privilegios. Ser pastor en la Iglesia no es sentirse dueño de la Iglesia. Ser pastor, al estilo de Jesús, es una maravillosa misión, pero también un gran compromiso. Es dar la vida por las ovejas.La calidad de los pastores se demuestra por la calidad del rebaño. La calidad de los pastores se demuestra por la vida del rebaño. La calidad de los pastores se demuestra por la unidad del rebaño. Ser pastor es estar dispuesto a darlo todo por su rebaño: Dar su tiempo. Dar sus cansancios. Dar lo que tiene. Darse a sí mismo. Ser capaz de morir para que las ovejas vivan."

También deberíamos preguntarnos si somos buenos rebaños, si somos comunidades buenas, si en nuestras comunidades “las ovejas que no son parte del rebaño” encuentran lugar apacible para quedarse. Hay comunidades que expulsan a los nuevos miembros, que los asustan, que los ahuyentan. Hay personas en nuestras comunidades que se creen más pastor, que el Buen Pastor. 

La lectura hoy diferencia al buen pastor del asalariado. Cuantas veces estamos más cerca de comportarnos como asalariados, que como pastores. Cuantas veces queremos que nuestras ovejas nos sirvan, cuando tienen que ser al revés, cuantas veces estoy más preocupado en que mis alumnos me escuchen, que yo escucharlos a ellos.

Muchos quieren ser políticos para que la gente los siga como rebaños, para poder manejarlos a su antojo. Que distinto sería si también los políticos imitaran aunque sea un poco la imagen del Jesús. Debemos tener en cuenta que todo poder que no se pone al servicio del pueblo es contrario a Dios. Si se nos da poder, si se nos encomienda un rebaño es para estar a su servicio, no para ser servido.

Hoy quiero decirte: Jesús  es el buen pastor que te conoce por tu nombre, que nunca te abandona, que da su vida por ti. Te vio perdido y te buscó. Te vio amenazado y luchó por ti, defendió tu vida con la suya. Él es el buen pastor que nunca se cansará de buscarte, que removerá cielos y mares, que bajará hasta en el abismo en que te encuentres para rescatarte. Debés estar seguro de eso, él ya te está llamando, siempre, continuamente. Te busca. Ya dio su vida por vos, y no dudaría en darla todas las veces que sea necesaria. El buen pastor te ama, porque le perteneces. Pero te hace libre, debes tomar vos la decisión de encontrarte con él.  
Dejemos de escuchar las voces del mundo y escuchemos la voz de Jesús que nos llama y nos ama. Sólo él está dispuesto a dar la vida por nosotros. 

Andrés Nicolás Obregón



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