domingo, 19 de enero de 2014

Una vida sin sentido

Su vida no tenía ya sentido. Con apenas 15 años de edad, Alfredo ya había probado de todo.  Probó todas las bebidas alcohólicas que podamos imaginar, las mezcló haciendo todas las variaciones posibles. Siguió por las drogas: mariguana, cocaína, pastillas que le robaba a su abuelo, paco y en los momentos de desesperación inhaló pegamento. A los 12 tuvo su debut sexual, y de ahí no paró. Todas las chicas que pasaban por su vida, terminaban en su cama o en algún lugar oscuro. Probó la velocidad y el vértigo. Probó el dolor y el sufrimiento. Por eso su vida ya no tenía sentido. No había nada que calmara la ansiedad que llevaba dentro, no había nada que llegara sus vacíos existenciales.

Juan Bautista vio acercarse a Jesús y dijo: “Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. A él me refería, cuando dije: Después de mí viene un hombre que me precede, porque existía antes que yo. Yo no lo conocía, pero he venido a bautizar con agua para que él fuera manifestado a Israel”. Y Juan dio este testimonio: “He visto al Espíritu descender del cielo en forma de paloma y permanecer sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: ‘Aquel sobre el que veas descender el Espíritu y permanecer sobre él, ése es el que bautiza en el Espíritu Santo’. Yo lo he visto y doy testimonio de que él es el Hijo de Dios”. Jn 1, 29-34

Si te sentís identificado con Alfredo, y si ya probaste con todo lo que ofrece el mundo, te digo y te suplico: Detente. Mientras vos buscaba, Dios te estaba buscando. Dios es el padre y madre que espera con los brazos abiertos, y  también sale al encuentro con los brazos abiertos. Déjate a amar por el amor. Nuestra vida vale. Tu vida vale mucho más que el oro y la plata, por eso no la malgaste, por eso no la derroches. Vale porque somos Hijos de un Padre que nos ama. Vale, porque Cristo da su vida para devolvernos la vida. Por eso la vida tiene sentido. Porque Aquel que era Dios, se hizo hombre para vivir lo que nosotros vivimos, para sentir lo que nosotros sentimos, para experimentar la soledad, el silencio, el dolor, las perdidas y la muerte, pero por sobre todo fue capaz de ponerse en nuestra piel. Se hizo uno más, para que nos diéramos cuenta que para Dios no somos uno más. Pagó el precio de nuestra salvación, para regalarnos la salvación. Ya hemos sido salvados por el Cordero de Dios. Ya fuiste salvado. Solo falta que salgas al encuentro, para ver lo que otros no han visto, pero también para ver lo que muchos ya han visto.
Juan Bautista tiene una experiencia extraordinaria con Jesús. Puede ver lo que otros ojos no habían visto antes. Había esperado ese momento toda su vida. Su razón de ser se sintetizaba en ese encuentro. Porque él tenía una misión: preparar el camino al mesías. Y ahí estaban los dos.
Encontrarnos con Cristo es fundamental en nuestra vida de cristianos. Marca un antes y un después en nuestra vida. Aunque ese encuentro no debe ser único, sino que debe darse muchas veces en nuestra existencia. Siempre hay algo nuevo por descubrir. Cuántas veces hemos quedados maravillados y asombrados frente a la presencia de Dios. Presencia que nos deslumbra, como le pasó a Juan el Bautista. Y al encontrar a Dios, lo alabamos, lo llenamos de gloria, lloramos, reímos como tontos embelesados,  nos emocionamos como locos enamorados, y solamente nos salen palabras de agradecimientos. Sentimientos verdaderos, pero sentimientos al fin. Decimos amar a Cristo, pero amar es mucho más que un sentimiento.
Juan lo sabe muy bien. Sabe que el haber descubierto a Cristo lo compromete en una tarea más profunda que traspasa el puro sentimentalismo. Lo ha visto y tiene que dar testimonio de él. Por eso nosotros debemos atrevernos a salir de nuestros grupos o comunidades en donde encontramos a Cristo, en donde lloramos y nos emocionamos, para pasar del sentimentalismo al amor verdadero. Por eso debemos traspasar las paredes de nuestros templos, donde estamos seguros, tranquilos, en paz, para anunciar al mundo que encontramos al mesías prometido. Para anunciar que encontramos a Aquel que puede llenar todo vacío. Si hemos visto, si nos hemos encontrado con Cristo debemos dar testimonio de él. El mundo espera que los cristianos demos testimonio de Cristo en nuestras vidas.

Si ya te encontraste con Cristo, te tienes que lanzar a la tarea de dar testimonio, hay muchos Alfredos, hay muchos jóvenes que han perdido el sentido de la vida. Ellos te esperan.
Necesitamos de jóvenes que se atrevan a señalar al Cordero de Dios, no solo en lo privado, sino y sobre todo en lo publico. No temas el Espíritu de Dios está sobre vos.

Andrés Nicolás Obregón

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por el comentario!!!

Etiquetas

Lucas Juan amor Marcos 6 Marcos 1 embarazo juan 20 alcoholismo autoengaño desilución despreciado esclavitudes navidad paralisis resurrección Agua Viva Corintios Jeremías Juan 1 Juan 10 Lucas 9 Marcos 10 Marcos 7 Marcos 9 Mateo 25 Samuel bautismo creer en uno mismo cuentos culpa duelo fe imperfecto indiferencia intenta juan 15 lágrimas mediocres noviazgo oportunidad padre misericordioso parto pastor permanecer robo soledad testimonio tranquilidad violencia 1 Corintios 10 1 Juan 1 1 Juan 5 1 Pedro 4 2 tesalonicenses 3 Apocalipsis 22 Constanza Cordero David Deuteronomio 32 Elías Emaús Evangelio de Andrés Ezequiel Génesis Génesis 1 Hebreos 12 Hechos Hijo Prodigo Isaias 49 Isaias 66 Jesús Adrían Romero José Juan 6 Juan 16 Juan 2 Juan 6 Lacas 1 Lucas 1 Lucas 10 Lucas 13 Lucas 15 Lucas 18 Lucas 19 Lucas 21 Luz Marcos 12 Marcos 16 Marcos 2 Marcos 4 Marcos 5 Marcos 8 Mateo Mateo 13 Mateo 14 Mateo 28 Mateo 3 Oseas 11 Pedro Rey Romano 13 Romanos 2 Salmo 17 Samaritana Tomás Zaqueo aborto agradecido anuncio apocalipsis atesorar año nuevo basura cambio de aceite carrera chicos de la calle comercio comida compartir creer decisión desafío descanso deseo despedidas difícil discernimiento dolares dolor domingo de ramos droga enamoramiento enojo escandalo escuela esfuerzo espíritu estigmas fallecimiento fama filipenses fin del mundo frutos futuro gloria hambre higuera huelga humildad impureza incredulo insistencia inundados joven rico juan 12 juan 3 justicia jóvenes llamado llenarnos de Dios llorar lucas 24 madre madurar marginado matrimonio mesías miedo milagros monopolios movimiento muerte multiplicación murmurar niño noche novios oración palabras de afirmación pan pasado pasión pecado peces y panes perdon prejucios presencia profeta prostitución prójimo robar rápido sacrificio salvación samaritano sanación semilla servicio señales silencio sin sentido sindicatos sordomudo sueños suicidio talitá kum templo tocar trabajo unión vasijas vid vida vivir vocación volver a empezar última cena