domingo, 17 de junio de 2012

La semilla y la rapidez.


Jesús decía a sus discípulos: "El Reino de Dios es como un hombre que echa la semilla en la tierra: sea que duerma o se levante, de noche y de día, la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra por sí misma produce primero un tallo, luego una espiga, y al fin grano abundante en la espiga. Cuando el fruto está a punto, él aplica en seguida la hoz, porque ha llegado el tiempo de la cosecha". También decía: "¿Con qué podríamos comparar el Reino de Dios? ¿Qué parábola nos servirá para representarlo? Se parece a un grano de mostaza. Cuando se la siembra, es la más pequeña de todas las semillas de la tierra, pero, una vez sembrada, crece y llega a ser la más grande de todas las hortalizas, y extiende tanto sus ramas que los pájaros del cielo se cobijan a su sombra". Y con muchas parábolas como éstas les anunciaba la Palabra, en la medida en que ellos podían comprender. No les hablaba sino en parábolas, pero a sus propios discípulos, en privado, les explicaba todo. Mc 4, 26-34

Que actual es la lectura de la semilla que crece por si sola, que mensaje para una sociedad cada vez más apurada,  para una sociedad que valora solo la rapidez. Vivimos apurados, no tenemos tiempo para nada. Aquel que camina lento es mirado con malos ojos.  Los invito a quedarse unos segundos más parado con el auto frente al semáforo después de que se haya puesto en verde. Ya escucho las bocinas de los autos, apurados por llegar a destino. Piensen en las rutas, todos esos autos que van haciendo zic zac, yendo a toda velocidad, haciendo señales de luces para que los dejen pasar. La mayoría de los accidentes de transito deben ser por esos que andan a mil, sin preocuparse por la vida de los demás. Y tan rápido anda la sociedad, que no podemos escapar a este movimiento que nos obliga a correr. Cuantas veces en las colas de los supermercados nos ponemos en la caja rápida, y cuando se tarda un poquito nos decimos: “al final no era tan rápida”. 
Comemos apurados, ya ni disfrutamos el sabor de lo que comemos, se trata de tragar y listo. Hoy triunfan las comidas rápidas, las hamburguesas hechas en segundos.  Pobre de aquel que se le ocurra traernos la comida tarde, lo comemos a él.
Hasta queremos tener un gran físico sin esfuerzo, compramos máquinas que nos tonifiquen los músculos, pero no queremos movernos ni un poquito. Es obvio que todo es una mentira, pero hay muchos que se la creen y compran esos aparatos para verse mejor, para verse como el modelo de la propaganda, que a lo mejor nunca uso ese aparato, sino que se pasa horas en el gimnasio.
Cuantos disgustos hemos tenido frente a la computadora, cuando tardaba unos segundos más de los que esperamos. Cuando el video que queremos ver tarda en cargarse. Algunos son capaces de romper hasta la computadora de la desesperación.
Hasta los partos queremos que sean rápidos, mientras más rápido mejor. Que dure unos instantes, y mientras menos dolor mucho mejor. Hoy son muchas las que prefieren que les hagan cesárea. Pronto desearíamos que tener un bebe tarde menos de 9 meses, ya me imagino algunas madres queriendo que le practiquen cesareas a los 7 meses para no aguantar más. Pero no es que uno haga estas cosas por maldad, sino que somos parte de una sociedad que premia la rapidez, que vende rapidez. 
Nos quejamos que los chicos vienen cada vez más vivos. Me sorprende escuchar a muchos mayores que les preguntan a los niños si ya tienen novia o novio. Y ellos en su pequeña cabeza deben pensar que si le preguntan eso debe ser porque hay que tener novio. No me imagino a nuestros abuelos preguntándole a su hijos que si ya a los cuatros años tienen novio, ni se le hubiese ocurrido. Somos los adultos que quemamos los procesos de los más pequeños, los apuramos para que crezca, los vestimos como si fueran grandes. Cuantas nenas se siguen vistiendo con esos vestiditos tan lindos.  Cuantos niños siguen jugando como niños.
Hoy todo tiene que ser rápido e instantáneo. No podemos esperar. Decimos que queremos ganar tiempo para hacer otras cosas, cosas que nos gustan, pero al final de todo no terminamos haciendo nada de eso.
Hasta nuestras relaciones con las personas queremos que sean rápidas, que impliquen poco compromiso, que impliquen poco esfuerzo. Queremos tener a todos a nuestros amigos en Facebook, pero cuando vemos que hay personas conectadas ni las saludamos. Las pasamos por alto, miramos un ratito y listo.
Con Dios nos pasa lo mismo queremos un dios instantáneo, que nos de satisfacción inmediata, o  que nos devuelvan el dinero. Pagamos y damos todo lo que tenemos por milagros, los buscamos y recorremos kilómetros, buscando a aquel que nos de la solución inmediata.
Hagamos un ejercicio, plantemos una semilla. Reguémosla, cuidémosla, pero por más que nos esforcemos para que crezca más rápido, la semilla se tomará su tiempo, respetará un proceso natural, proceso que muchas veces las personas queremos saltarnos. Empecemos a respetar los procesos naturales, que los niños sigan siendo niños y se ocupen de las cosas de niños. Dediquemos tiempo de calidad a nuestras relaciones, eso es lo que el mundo necesita. No se trata de cuanto tiempo le dediquemos a alguien, sino que ese tiempo aunque sea poco sea de calidad. Quiero decir una atención completa hacia la otra persona. No estoy hablando de sentarse a ver la tele. Lo que quiero decir es sentarse juntos, mirándose el uno al otro y conversando. Quiero decir dando un paseo, comiendo juntos. Cuantas familias ya no comen  juntos, o lo hacen mirando la tele. Que distinto sería se el almuerzo fuera ese lugar en donde los niños contaran como les fue en la escuela.  Cuantas personas se poner a hablar con otras y están más concentradas en el teléfono que en lo que dice la otra persona. Dediquemos un tiempo para jugar con los niños, para tirarnos al piso y dibujar con ellos. Dediquemos tiempo para escuchar a la otra persona, cuantas veces nos pasa que cuando el otro esta hablando ya estamos pensando lo que le vamos a contestar si escuchar lo que nos está diciendo. Démosle tiempo a las cosas, ya ni tiempo para escuchar a nuestro propio cuerpo, muchos desgastan tanto al cuerpo que este se termina enfermando. Hay que escucharlo también a él, tiene mucho para decirnos.
Con Dios es lo mismo, le dedicamos tan poco tiempo. Y cuando nos acercamos queremos ser nosotros el centro de  la relación, queremos contarle todo lo que nos pasa, pasarle la lista de nuestros pedidos, y no le damos tiempo para que nos hable.
Es tiempo de que tengamos tiempo de calidad. Nos se trata de cuantos regalos dé,  sino del tiempo de calidad que estuve con la otra persona, si al final de cuantas es esto lo que más recordamos.
Cuando sembremos todas estas cosas en nuestras vidas, cuando nos ocupemos de las pequeñas cosas, será como esa semilla de mostaza que aunque es la más pequeñas de las semillas al crecer se convierte en una planta que da cobijo a los pájaros. Que  así sea nuestra vida, que todo aquel que se acerque sienta la calidez de aquel que da vida y es capaz de dar amor. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por el comentario!!!

Etiquetas

Lucas Juan amor Marcos 6 Marcos 1 embarazo juan 20 alcoholismo autoengaño desilución despreciado esclavitudes navidad paralisis resurrección Agua Viva Corintios Jeremías Juan 1 Juan 10 Lucas 9 Marcos 10 Marcos 7 Marcos 9 Mateo 25 Samuel bautismo creer en uno mismo cuentos culpa duelo fe imperfecto indiferencia intenta juan 15 lágrimas mediocres noviazgo oportunidad padre misericordioso parto pastor permanecer robo soledad testimonio tranquilidad violencia 1 Corintios 10 1 Juan 1 1 Juan 5 1 Pedro 4 2 tesalonicenses 3 Apocalipsis 22 Constanza Cordero David Deuteronomio 32 Elías Emaús Evangelio de Andrés Ezequiel Génesis Génesis 1 Hebreos 12 Hechos Hijo Prodigo Isaias 49 Isaias 66 Jesús Adrían Romero José Juan 6 Juan 16 Juan 2 Juan 6 Lacas 1 Lucas 1 Lucas 10 Lucas 13 Lucas 15 Lucas 18 Lucas 19 Lucas 21 Luz Marcos 12 Marcos 16 Marcos 2 Marcos 4 Marcos 5 Marcos 8 Mateo Mateo 13 Mateo 14 Mateo 28 Mateo 3 Oseas 11 Pedro Rey Romano 13 Romanos 2 Salmo 17 Samaritana Tomás Zaqueo aborto agradecido anuncio apocalipsis atesorar año nuevo basura cambio de aceite carrera chicos de la calle comercio comida compartir creer decisión desafío descanso deseo despedidas difícil discernimiento dolares dolor domingo de ramos droga enamoramiento enojo escandalo escuela esfuerzo espíritu estigmas fallecimiento fama filipenses fin del mundo frutos futuro gloria hambre higuera huelga humildad impureza incredulo insistencia inundados joven rico juan 12 juan 3 justicia jóvenes llamado llenarnos de Dios llorar lucas 24 madre madurar marginado matrimonio mesías miedo milagros monopolios movimiento muerte multiplicación murmurar niño noche novios oración palabras de afirmación pan pasado pasión pecado peces y panes perdon prejucios presencia profeta prostitución prójimo robar rápido sacrificio salvación samaritano sanación semilla servicio señales silencio sin sentido sindicatos sordomudo sueños suicidio talitá kum templo tocar trabajo unión vasijas vid vida vivir vocación volver a empezar última cena