martes, 29 de mayo de 2012

Prohibido tirar basura...


Julián se acostumbró a escuchar que nos servía para nada, que nada de lo que hacía estaba bien, que era un tonto y nunca decía nada inteligente. Por eso ya no intentaba hacer nada. En la escuela se la pasaba molestando. Un día su profesor lo miró a los ojos y le dijo: Dios no hace basura. Su ojos enrojecieron asomando las primeras lágrimas.  Luego hubo un abrazo fuerte. Julián abrió los pulmones y tomo una gran bocanada de aire, como si hubiese vuelto a la vida, y en realidad así era. 
Al atardecer del primer día de la semana, los discípulos se encontraban con las puertas cerradas por temor a los judíos. Entonces llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: "¡La paz esté con ustedes!". Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor. Jesús les dijo de nuevo: "¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes". Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: "Reciban el Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan". Jn 20, 19-23
Cuanta gente en el mundo que es mal querida. Por todas partes se ve, en las calles, en los diarios, en la tele: gente mal querida. Es decir, personas que han sino amadas mal, o no han sido amadas. Que nunca en su vida escucharon una frase de aliento, de cariño. Que siente que su vida no vale nada.
La lectura de hoy nos cuenta como Jesús sopla sobre los discípulos que se encontraban temerosos, porque no se creían capaces de realizar la misión que Jesús le había dado antes de ascender al cielo. Ellos recibieron el Espíritu Santo. De la misma forma que Dios al principio de la creación sopló sobre el ser humano para infundirle vida, así Jesús soplaba sobre los discípulos para renovarlos, para darles nuevamente la vida que habían perdido por el temor. El Espíritu Santo les dio a los apóstoles todo aquello que necesitaban, pero también hizo resurgir en cada uno de ellos todo aquellos que vio Jesús al momento de elegirlos. Ya en ellos habitaba el valor para salir a misionar, pero no podía verlo, no sabía como reconocer todos los dones que había en sus vidas. Gracias a la acción del Espíritu Santo que le trajo luz, pudieron ver que en su interior estaban ya desde el nacimiento todas las herramientas para anunciar las buenas nuevas.
Si usted ha caminado por las calles habrá visto que en algunas esquinas y terrenos baldíos hay carteles que dicen “prohibido arrojar basura”. Y alrededor de esos carteles hay exactamente eso, está lleno de basura. También en nuestro corazón deberíamos poner ese cartel, bien luminoso, para que todos lo vea, para poder mantenernos limpios porque somos templos del Espíritu Santo, el Espíritu habita en ellas. Y el Espíritu Santo es luz, es limpieza, es luminosidad. No podemos llenar de basura el corazón donde él habita. Por eso: En primer lugar: “prohibido arrojarte basura a ti mismo”. Hay muchos que se empeñan a llenarse cada día de basura. Se pasan el día pensando en todo lo negativo de sus vidas. Se pasan el tiempo recordando la basura de su pasado. Se pasan la vida amontonando la basura que han ido acumulando toda la vida. El gran peligro de nuestra memoria está en que la utilicemos para no olvidar lo malo que hemos hecho en nuestra vida.
Para que no pase esto: No digas nunca que vos no vales. No digas nunca que vos sos menos que los demás. No digas nunca que sos nunca serás nada. No digas nunca que sos no vales nada.
Y sobre todo no digas nunca que  “sos una basura”.
Por lo que pueda suceder, debo decirte que “Dios no hace basura”. Cuando creó las cosas, se quedó mirándolas y “vio que eran buenas”. Y cuando creó al hombre y a la mujer, se quedó contemplándolos y se dijo “cómo se me parecen”. ”Vaya si son buenos”. Y ahora nos ha convertido en templos vivos del Espíritu Santo.
Pero también los demás son templos del Espíritu santo, por eso: Eches basura sobre la vida de los demás. Que los demás no son nuestros basureros. No los critiques, porque criticar es echar basura sobre ellos. No murmures de ellos, porque es echarles más basura. No los tengas en menos, porque es echarles basura para que no se vea lo que valen. También ellos son “templos vivos del Espíritu Santo”.
Por eso no podemos considerarnos superiores, ni mejores. Somos iguales en condición de hijos de Dios, y nuestro padre quiere que nos comportemos como hermanos.
Repite muchas veces el día: “Yo valgo”, “yo puedo”, “yo soy importante”. Yo soy un pensamiento del corazón de Dios. Yo soy una imagen y semejanza de Dios. Yo soy tan formidable que, hasta Dios quiso hacerse hombre como nosotros y decidió habitar en medio nuestro.
Y a los demás: Habla siempre bien de ellos. Es preferible equivocarse hablando bien que acertar hablando mal. No te aproveches de sus defectos para divulgarlos. La basura déjala para los barrenderos de la municipalidad. La basura tiene un sitio propio. Pero en las afueras de la ciudad.
En algunos países ya están transformando la basura. Me parece estupendo.
¿No crees que también nosotros debiéramos aprender a reciclar nuestra basura y la de los demás, para hacer con ella cosas nuevas? ¿No será esa la misión del Espíritu Santo: reciclar la basura del corazón para darle nueva vida? 1
Ven Espíritu Santo y Renueva la Faz de la tierra, de esta tierra herida, necesitada, sedienta. Ven Espíritu Santo, Que podamos sentir la paz que da el Espiritu Santo, ven!!!


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1 - Clemente Sobrado




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