jueves, 22 de marzo de 2012

Pedir Justicia...

Sabía que ese día se levantaría como todos los días temprano. Sabía que se lavaría la cara y afeitaría. Sabía que desayunaría en silencio. Sabía que le daría un beso a su esposa que todavía dormía. Sabía que saldría apurado. Sabía que habría mucho transito. Sabía que subiría al tren empujando a todos para poder entrar. Sabía que viajaría apretado porque todos los días eran iguales.



Lo que no sabía era que nunca más se levantaría temprano, ni se afeitaría, ni desayunaría. No sabía que no vería más a su esposa, ni podría decirle ese “Te quiero” que nunca le dijo. Porque tampoco sabía que ese día lo encontraría la muerte en el vagón de un tren.

Les decía una parábola para inculcarles que era preciso orar siempre sin desfallecer. «Había un juez en una ciudad, que ni temía a Dios ni respetaba a los hombres. Había en aquella ciudad una viuda que, acudiendo a él, le dijo: "¡Hazme justicia contra mi adversario!" Durante mucho tiempo no quiso, pero después se dijo a sí mismo: "Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, como esta viuda me causa molestias, le voy a hacer justicia para que no venga continuamente a importunarme."» Dijo, pues, el Señor: «Oíd lo que dice el juez injusto; y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que están clamando a él día y noche, y les hace esperar? Os digo que les hará justicia pronto. Pero, cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará la fe sobre la tierra?» Lucas 18, 1-8

Aunque esta lectura habla de la oración. También nos habla de la insistencia. La insistencia de esta viuda que no deja en paz al juez hasta que a este no le queda más remedio que hacer justicia. Hoy quiero hablarte de la insistencia para que los crímenes no queden impunes, para que podamos construir un mundo más humano. Para que podamos hacer que venga un poquito cada día a nosotros el Reino de Dios.

¡Qué difícil es ser cristiano! Porque al cristiano se le exige perdonar. El cristiano tiene que perdonar a todos. Pero otra cosa es aprobar los errores y otra aún no trabajar para evitar que estas cosas sucedan.

Nuestra primera tarea como cristianos es Amar al Prójimo. Si soy indiferente ante los problemas sociales que afectan a nuestros hermanos, entonces no estoy amando. Si no hago nada para que las cosas cambien, no estoy amando. Si callo ante las injusticias, no estoy amando.

Nuestra segunda tarea como cristianos es Amar la verdad. La verdad debe brillar en nuestras vidas y en nuestras sociedades. Debemos buscar la verdad. Por eso no debemos permitir la impunidad, por eso no debemos permitir el silencio que busca que los días pasen y todo queda en el olvido, que busca que todo quede en la nada.

Dios no aprueba el pecado, no aprueba al que roba y se queda con la plata del pueblo, no ve con buenos ojos al que lucra con la vida de la gente. Dios ama al pecador que se arrepiente, pero tiene que haber arrepentimiento.

No debemos cansarnos de pedir justicia. La justicia llega nos demuestra la parábola, la justicia llega nos demuestra nuestra historia, pero para que la justicia llegue debemos como pueblo estar unidos, para que la justicia llegue debemos trabajar juntos, para que la justicia llegue debemos ser insistentes porque en nuestro país hay muchos jueces como el de la lectura.

No debemos cansarnos de exigir que se haga justicia, por los que ya no estan y no tienen voz, por los que nunca llegaran a sus casas, por los que desaparecieron y todavía hoy en democracia sigen desapareciendo.

Por último en nuestro pedido de justicia no debe faltar Dios. Porque sin Dios, la justicia se llena de rencor, resentimiento y hasta odio. Y Dios hará justicia a sus elegidos, que están clamando a él día y noche.

Andrés Nicolás Obregón

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