domingo, 23 de septiembre de 2012

Un niño en medio nuestro


Esteban y Susana se casaron hace unos años. Sus vidas giraban en torno a sus trabajos, sus estudios y su relación. Los dos eran personas muy independientes, les gustaba viajar, hacer cosas, participar en eventos, se sentían libres. Pero a la vez tenían muchas ganas de tener un hijo, aunque la idea les provocaba muchos miedos, sobre todo tenían miedo a perder esa independencia de la que gozaban estando solo, esa libertad que se vería limitada al tener a un niño tan pequeño que les consumiría tiempo y dinero.
Pero el deseo por una nueva vida, el deseo de que su amor dé frutos fue más fuerte, y pronto Dios puso en medio de ellos, en medio de sus vidas,  un hijo. Aunque sabían que sus vidas ya no serían las mismas, aceptaron el desafío.


Jesús atravesaba la Galilea junto con sus discípulos y no quería que nadie lo supiera, porque enseñaba y les decía: "El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; lo matarán y tres días después de su muerte, resucitará". Pero los discípulos no comprendían esto y temían hacerle preguntas. Llegaron a Cafarnaúm y, una vez que estuvieron en la casa, les preguntó: "¿De qué hablaban en el camino?". Ellos callaban, porque habían estado discutiendo sobre quién era el más grande. Entonces, sentándose, llamó a los Doce y les dijo: "El que quiere ser el primero, debe hacerse el último de todos y el servidor de todos". Después, tomando a un niño, lo puso en medio de ellos y, abrazándolo, les dijo: "El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí, y el que me recibe, no es a mí al que recibe, sino a Aquél que me ha enviado". Mc 9, 30-37

En la palabra de hoy, Jesús hace un gesto de mucha ternura. Toma un niño, lo pone en medio de todos y lo abraza. ¡Que gesto tan simple y tan profundo! En la palabra de hoy, Jesús nos invita a poner la mirada en los niños para que podamos aprender.
Hace poco con mi esposa hemos recibido a nuestra primer hija, se llama Ema. Dios la puso en medio nuestro. ¡Que frágil que es la vida! Esa es la primera enseñanza de Jesús. Aquel que quiera ser primero, antes debe aprender a cuidar la vida, a defender la fragilidad de los más débiles de los más vulnerables, de los más pobres. En estos días he escuchado y leído tantos comentarios llenos de odios acerca de las personas que tienen planes sociales, de aquellos que tienen planes de trabajos. Pero la pregunta es: ¿ellos tienen la culpa? ¿Ellos son los responsables de que en vez de un trabajo digno se les de un plan que los mantiene cautivos de los políticos de turno? ¿No deberíamos defenderlos porque ellos son los débiles que son usados, aprovechándose de sus necesidades más básicas?
Con la llegada de Ema, sentimos una gran alegría, pero también un gran desconcierto. No sabíamos muy bien qué hacer, cómo cuidarla, cómo tratarla, cómo acostarla. Era un mundo nuevo. La invitación era a no quedarnos solos, a pedir consejos, a buscar gente que nos acompañe en esta tarea. Como cristianos no podemos encarar nuestras tareas, nuestros apostolados como simples individuos, debemos trabajar juntos en comunidad. Hay muchos cristianos que no saben trabajar en grupo, cristianos que quieren hacer todo ellos solos. Debemos tener la humildad de decir: no lo sé todo, no puedo todo yo, necesito tu ayuda, necesito que estés a mi lado. Qué difícil pedir ayuda, porque nos creemos autosuficientes.
Y hablando de los niños, dicen que los únicos que dicen la verdad son los borrachos y los niños. A veces pensamos que ser humildes es menospreciarse, hacerse el pobrecito, pero nada más equivocado que esto. Ser humildes es decir la verdad, como la dicen los niños, que muchas veces no tienen filtros. Si pensamos que una persona es humilde porque dice: “yo no soy nada, no valgo para nada, yo no puedo”, eso no es ser humilde. Hay que decir la verdad: somos algo, valemos tanto que Cristo se entrego por nosotros, si nos proponemos una meta podemos alcanzarla. Eso es se humilde, saber reconocer verdaderamente lo que somos.
Cuando Ema tiene hambre llora, cuando quiere algo se hace entender, sabe reclamar incansablemente lo que desea. En ese sentido los cristianos debemos parecernos más a un niño, en reclamar sin cansarnos lo que corresponde, lo que es justo. En luchar sin cansarnos para mejorar el mundo en que vivimos.
Con la llegada de Ema nos dimos cuenta que hay momentos de grandes alegrías, pero también están esos momentos en que por ejemplo hay que cambiar los pañales, esos momentos en que se enferman, esos días en que lloran y uno no puede saber qué les duele. Debemos aprender como cristianos en que hay cosas que no nos va a gustar hacer, pero que debemos hacerlas igual. Debemos aceptar esos momentos de plenitud, pero también debemos aceptar esos momentos en que las cosas no andan bien. Pero es el amor el que nos tiene que mover, es el amor el que nos tiene que movilizar para seguir adelante.
Dice la palabra que los discípulos temían hacer preguntas. ¿Usted ha escuchado a algún niño que tema hacer una pregunta? La niñez es la etapa de la curiosidad, la etapa en donde se está descubriendo el mundo. Incluso son capaz de preguntar las cosas más difíciles, las cosas que más pudor nos causan a los adultos. Y sobre todos son capaces de preguntar aquellas cosas que nunca nos preguntamos porque están viendo el mundo por primera vez, y no se han acostumbrado a él. Como cristianos debemos saber hacernos preguntas, los discípulos no preguntaban porque no querían asumir lo que Cristo les estaba contando, no querían asumir que les esperaba el dolor y la muerte, por eso prefieren el silencio antes que ahondar en ese misterio tan profundo como es la resurrección. La actitud de Jesús es otra y él si es capaz de preguntar, los interroga diciéndoles:  “¿De qué hablaban en el camino?”
Si queremos ser los primeros, debemos comportarnos como niños. Un niño cree ciegamente en la palabra de sus padres, para ellos sus padres son como dioses. Así debemos debe ser nuestra fe en Dios. Cuando el niño crece se va desilusionando porque los padres no eran como los habíamos idealizados. Pero Dios nunca nos desilusiona, y si nos desilusionamos de Dios es porque en realidad teníamos una imagen equivocada acerca de él.
Si queremos ser los primero, debemos hacernos últimos. Esa es la invitación. Pongamos a un niño en medio de nuestras vidas, en nuestros corazones para poder aprender que significa ser humildes, que significa ser pequeños.
Cuando Ema duerme, trasmite una paz increíble. Esa paz debemos buscar los cristianos en nuestras vidas, esa es la paz que solamente nos da Dios. 

Andrés Nicolás Obregón

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por el comentario!!!

Etiquetas

Lucas Juan amor Marcos 6 Marcos 1 embarazo juan 20 alcoholismo autoengaño desilución despreciado esclavitudes navidad paralisis resurrección Agua Viva Corintios Jeremías Juan 1 Juan 10 Lucas 9 Marcos 10 Marcos 7 Marcos 9 Mateo 25 Samuel bautismo creer en uno mismo cuentos culpa duelo fe imperfecto indiferencia intenta juan 15 lágrimas mediocres noviazgo oportunidad padre misericordioso parto pastor permanecer robo soledad testimonio tranquilidad violencia 1 Corintios 10 1 Juan 1 1 Juan 5 1 Pedro 4 2 tesalonicenses 3 Apocalipsis 22 Constanza Cordero David Deuteronomio 32 Elías Emaús Evangelio de Andrés Ezequiel Génesis Génesis 1 Hebreos 12 Hechos Hijo Prodigo Isaias 49 Isaias 66 Jesús Adrían Romero José Juan 6 Juan 16 Juan 2 Juan 6 Lacas 1 Lucas 1 Lucas 10 Lucas 13 Lucas 15 Lucas 18 Lucas 19 Lucas 21 Luz Marcos 12 Marcos 16 Marcos 2 Marcos 4 Marcos 5 Marcos 8 Mateo Mateo 13 Mateo 14 Mateo 28 Mateo 3 Oseas 11 Pedro Rey Romano 13 Romanos 2 Salmo 17 Samaritana Tomás Zaqueo aborto agradecido anuncio apocalipsis atesorar año nuevo basura cambio de aceite carrera chicos de la calle comercio comida compartir creer decisión desafío descanso deseo despedidas difícil discernimiento dolares dolor domingo de ramos droga enamoramiento enojo escandalo escuela esfuerzo espíritu estigmas fallecimiento fama filipenses fin del mundo frutos futuro gloria hambre higuera huelga humildad impureza incredulo insistencia inundados joven rico juan 12 juan 3 justicia jóvenes llamado llenarnos de Dios llorar lucas 24 madre madurar marginado matrimonio mesías miedo milagros monopolios movimiento muerte multiplicación murmurar niño noche novios oración palabras de afirmación pan pasado pasión pecado peces y panes perdon prejucios presencia profeta prostitución prójimo robar rápido sacrificio salvación samaritano sanación semilla servicio señales silencio sin sentido sindicatos sordomudo sueños suicidio talitá kum templo tocar trabajo unión vasijas vid vida vivir vocación volver a empezar última cena