sábado, 4 de diciembre de 2010

Los despreciados...



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"Él nos amó primero..."

Camila se siente despreciada. Se siente poco valorada. Ante los demás jóvenes se siente poca cosa.
Durante su infancia su papá siempre le dijo que era una tonta, que era fea, que no valía nada. Más tarde se enteró que sus padres no habían querido tenerla, que hasta buscaron abortarla.
Ella es callada, solitaria, busca siempre pasar desapercibida. Siente que nadie la va a querer, que no se merece que la quieran.



“Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, él, que había amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el fin.” Quería dejarles sus últimas enseñanzas, les miraba a los ojos y les hablaba con ternura: “Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros, ámense también ustedes los unos a los otros. En esto reconocerán que ustedes son mis discípulos: en el amor que se tengan los unos a los otros”. Juan 13, 1. 34-35.

Qué buena memoria tenemos para frases que nunca debíamos haber escuchado, pero como venía de gente importante, de gente que decía que nos quería, se quedaron muy bien guardadas en nuestro corazón.

“Tonto, estúpido, vos nunca haces nada, sos un inútil, no vas a encontrar a nadie que te quiera, sos fea… ni dios te quieres, jamás te voy a perdonar”.

Y esas frases se quedan como estacas… tan bien clavadas que cuando llega Dios y nos dice lo contrario, no es que no le creamos, es que es todo lo contrario a lo que nos han dicho.
Cuantas veces tenemos estás palabras para los jóvenes, cuantas veces humillamos con nuestras palabras a las personas, cuantas veces los despreciamos. ¿Cuántas veces les dijiste a alguien: Yo creo en vos, yo te amo, espero cosas grandes de ti, hay un sueño especial para ti…?
Debemos repetirlo, eso es el evangelio: anunciar el amor de Dios. Decirle a todo el mundo que Dios los ama, que Dios nos ama, más allá de nuestros defectos, más allá de nuestros errores.
Cuantas veces despreciamos al mundo. Grave error, debemos amarlo. Amar para transformarlo. Los jóvenes necesitan ese amor, para sanar como Camila todas tus heridas.

Recuerda: Dios te AMA. CREE en VOS, ESPERA GRANDES COSAS de VOS.

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