De niño le dijeron que se portara bien porque si no Dios lo iba a castigar. En la Iglesia le dijeron que Dios tenía anotados todos sus pecados para reclamárselo en el día del juicio. En la escuela le dijeron que Dios no existía, que era una idea inventada. Cuando preguntó quién era entonces Jesús, le dijeron que era un loco, que no era el hijo de Dios y que nunca había resucitado. En un documental en la tele, escucho que el cristianismo fue un invento de un emperador romano hace mucho tiempo. En otras religiones le dijeron que Jesús era solamente un maestro espiritual. Otros les dijeron que fue un simple profeta. Otros le dijeron que Jesús se le había aparecido a los aborígenes de América, antes de la llegada de Colón. También le dijeron que Dios da y quita, que pone pruebas a aquellos que lo siguen, que para que te de algo había que hacer un sacrificio…
Jesús salió con sus discípulos
hacia los poblados de Cesarea de Filipo, y en el camino les preguntó:
"¿Quién dice la gente que soy yo?". Ellos le respondieron:
"Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de
los profetas". "Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?". Pedro
respondió: "Tú eres el Mesías". Jesús les ordenó terminantemente que
no dijeran nada acerca de él. Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre
debía sufrir mucho y ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los
escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar después de tres días; y
les hablaba de esto con toda claridad. Pedro, llevándolo aparte, comenzó a
reprenderlo. Pero Jesús, dándose vuelta y mirando a sus discípulos, lo
reprendió, diciendo: "¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Porque tus
pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres". Entonces Jesús,
llamando a la multitud, junto con sus discípulos, les dijo: "El que quiera
venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga.
Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí
y por la Buena Noticia, la salvará". Mc 8, 27-35
¡Cuántas cosas se escuchan sobre
Dios! ¡Cuántas más se escuchan sobre Jesús! ¿Se pusieron a pensar alguna vez en
todo lo que se dice? Nuestros tiempos no son muy diferentes a los tiempos de Jesús
que les pregunta a los discípulos: "¿Quién dice la gente que soy yo?"
Hay muchas voces que intentan confundirnos, que intentan convencernos que
estamos equivocados. Parece que nunca vamos a poder librarnos de ellas y
tendremos que aprender a convivir con todas esas voces. Pero no importan tanto
lo que la gente piense o diga. Lo importante es lo que nosotros creamos, por
eso Jesús vuelve a hacer una pregunta pero esta vez más personal: "Y ustedes,
¿quién dicen que soy yo?".
Claro está que muchos de
nosotros, que ya recibimos formación religiosa, diríamos sin dudar como Pedro: “Tu
eres el mesías”. Aunque la pregunta de
Jesús encierra mayor profundidad. Nos está preguntando que imagen de él
transmitimos con nuestras acciones cotidianas, con nuestros actos, con nuestras
actitudes. Por eso, Pedro muestra la contradicción que muchos cristianos
tenemos, por un lado hablamos de Jesús con pasión y por el otro con nuestras
acciones demostramos todo lo contrario.
Cuando vemos un edificio bien
construido, enseguida nos pensamos en el buen arquitecto que lo construyo.
Cuando vemos a una persona bien educada, pensamos en los padres que lo criaron.
Cuando nos mostramos como cristianos que se viven peleando, viven discutiendo,
nunca se ponen de acuerdo: ¿Qué Dios pensará la gente que tenemos? Entonces
¿Qué imagen transmitimos de dios? ¿Cuándo la gente nos mira, que Dios se
trasluce a través de nuestras acciones?
¿Cuándo vemos pastores,
sacerdotes, maestros espirituales que nunca se acercan a la gente, que nunca están
junto al pueblo, que esperan que vayamos hacía ellos, que predican desde sus
lugares en donde esta bien acomodados y pasan una buena vida, que imagen de
Dios muestran?
El mensaje de Jesús es fácil, si
aceptas lo bueno que tiene seguirme también tenés que aceptar lo negativo. Nos
repite: si aceptas la gloria, no te olvides que hay que pasar por la cruz. Lo
que no es fácil es aceptarlo, ponerlo en práctica. Nos acostumbramos
rápidamente a las cosas buenas de la iglesia, de cierta forma nos sentimos cómodos
y protegidos. Y eso está muy bien. Pero eso solo no es ser cristiano, debemos
denunciar todo lo que está mal, aunque nos persigan. Debemos reclamar los
derechos de quienes no pueden reclamar. Debemos estar con los que sufren, con
los que están solos, con los que no pueden ir a la iglesia, con los que no
quieren ir a la iglesia, con los que quedaron fuera de la iglesia. Todo eso es
ser cristiano, y si Dios quiere en un momento de nuestra existencia dar la vida
por cristo. Todo eso es ser cristiano. Aunque no nos guste. Aunque nos gustaría
hacer como Pedro, llevar a parte a Jesús y decirle: ¡Vos estás loco! ¡Qué
decis! ¡Eso es imposible! Nos gusta estar cómodos en nuestras iglesias
esperando que las ovejas perdidas vuelvan solas. Aunque cualquier pastor sabe,
que es muy difícil que una oveja que se perdió vuelva sola, y que si no se la
busca inmediatamente se las come el lobo. Lo que pasa, como dice Jesús:
¡Nuestros pensamientos no son los de Dios, sino de los hombre!
Pero antes de vivir todo esto,
debemos primero acercarnos a Jesús, porque se podrán decir muchas cosas acerca
de Dios o de Jesús, pero es obligatorio que nosotros mismos hagamos nuestro camino
de descubrimiento, es necesario que tengamos nuestra propia experiencia. No les
pasó algunas veces que alguien le contó acerca de una película, y cuando por
fin la pudimos ver no era ni parecido a lo que nos contaron. Nuestra
experiencia es importantísima. Quien no tiene experiencia de Dios solo hablará
de él en forma teórica. Estamos invitados a encontrarnos cara a cara con Dios.
Pero ojo, cuando nos acercamos a Él que es luz, será inevitable que se vean
cosas que no queremos ver, será inevitable que tengamos que enfrentarnos
primero cara a cara con lo que verdaderamente somos, con nuestras debilidades y
miseria, con nuestros dones y cualidades.
Esta es la invitación de este domingo
acercarnos cada vez más, para conocer a Dios cada vez más: con la mente, y
sobre todo con el corazón. Y algún día podamos decir con nuestros testimonio:
Dios es amor!
Gracias por compartir esta hermosa reflexión, el Señor los siga manteniendo en este servicio.
ResponderEliminarP. Humberto