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sábado, 14 de septiembre de 2013

Los jóvenes debemos desafiar a los jóvenes

Los jóvenes debemos desafiar a los mismos jóvenes. Nuestro testimonio tiene que ser un desafío para los demás. A través de nuestro testimonio los demás jóvenes deben preguntarse y cuestionarse sobre sus propias vidas. Nuestro testimonio tiene que sembrar la duda en los jóvenes que los lleve a reflexionar: ¿puedo estar mejor? ¿No me estoy conformando con poco? ¿Hay algo mejor que descubrir?
Si como jóvenes cristianos somos iguales a los demás, entonces ¿para qué sirve ser cristiano? Si como cristiano llevo una vida igual o peor a la de aquellos que no creen, entonces ¿para qué soy cristiano?
El descubrimiento de Cristo debe ser un movimiento paulatino en nuestra vida que nos lleve a transformar toda nuestra existencia.  ¿Cristo ha transformado toda tu existencia?
Los jóvenes cristianos debemos desafiar a otros jóvenes en áreas de la vida cotidiana, como por ejemplo el noviazgo. ¿Cómo vivo el noviazgo? ¿En qué se diferencia un noviazgo cristiano de un noviazgo no cristiano? ¿En nada? Si no hay diferencia entre mi noviazgo, que me digo cristiano, de otro noviazgo de jóvenes que no creen, entonces hay algo que está mal. Si no hacemos a Cristo parte de mi noviazgo, entonces no he dejado entrar a Cristo verdaderamente en todos los aspectos de mi vida.
Conozco novios que han dejado entrar a Cristo en su noviazgo y verdaderamente cuando se los mira, cuando se está junto a ellos se siente algo especial, algo distinto. Esto no significa que no tengan problemas, que nos tengan discusiones en la pareja, pero encaran la vida juntos de otra manera.  Estar junto a ellos es un gran desafío, porque su presencia cuestiona. Ellos han decidido no ser una pareja más, sino que desean en lo más profundo de su corazón ser un noviazgo especial. Ellos saben que su noviazgo da para más.
Los novios cristianos se desafían mutuamente, porque quieren crecer los dos juntos. ¿Y vos como desafías a tu pareja para que crezca o permitís que ella haga de tu noviazgo un noviazgo mediocre?
Los jóvenes cristianos debemos desafiar a otros jóvenes en áreas de la vida cotidiana, como por ejemplo la soltería. ¿Cómo vivo el estar solo? ¿Cómo vivo mi soledad? Hay cristianos que viven el estar solos como una carga insoportable, viven la soledad como un desierto. No se dan cuenta que la soledad también tiene que ser fecunda. La soledad es una etapa para descubrirse, para conocerse más. Muchos ven a soledad como algo de lo que hay que escaparse, algo de lo que hay que huir. Cristo también quiere vivir en tu soledad. En la soledad uno tiene el desafío de aprender a ser feliz, porque si soy infeliz estando solo también lo voy a ser estando acompañado, y corro el riesgo de que al ponerme de novio cargue en la otra persona el peso insoportable de que me haga feliz.

Los jóvenes cristianos debemos desafiar a los mismos jóvenes. Nuestro testimonio tiene que ser un desafío para los demás. Y vos ¿Cómo vivís el estar soltero? Y vos ¿Cómo vivís tu noviazgo? Me gustaría saber tu comentario.
Andrés Nicolás Obregón 

domingo, 7 de octubre de 2012

Un niño llamado matrimonio...


Se acercaron a Jesús algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le plantearon esta cuestión: "¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer?". Él les respondió: "¿Qué es lo que Moisés les ha ordenado?". Ellos dijeron: "Moisés permitió redactar una declaración de divorcio y separarse de ella". Entonces Jesús les respondió: "Si Moisés les dio esta prescripción fue debido a la dureza del corazón de ustedes. Pero desde el principio de la creación, 'Dios los hizo varón y mujer'. 'Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre, y los dos no serán sino una sola carne'. De manera que ya no son dos, 'sino una sola carne'. Que el hombre no separe lo que Dios ha unido". Cuando regresaron a la casa, los discípulos le volvieron a preguntar sobre esto. Él les dijo: "El que se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra aquélla; y si una mujer se divorcia de su marido y se casa con otro, también comete adulterio". Le trajeron entonces a unos niños para que los tocara, pero los discípulos los reprendieron. Al ver esto, Jesús se enojó y les dijo: "Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios pertenece a los que son como ellos. Les aseguro que el que no recibe el Reino de Dios como un niño, no entrará en él". Después los abrazó y los bendijo, imponiéndoles las manos. Mc 10, 2-16
La lectura de hoy comienza con una pregunta, una pregunta que simplemente se realiza para poner a prueba a Jesús: "¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer?" Pero no pensemos que "se trata del divorcio moderno que conocemos hoy, sino que refleja la realidad de la mujer judía dentro del matrimonio, controlado por el varón. Según la ley de Moisés, el marido podía romper el contrato matrimonial y expulsar de casa a su esposa. La mujer, por el contrario, sometida en todo al varón, no podía hacer lo mismo.
La respuesta de Jesús sorprende a todos. No discute con los fariseos. Invita a descubrir el proyecto original de Dios, que está por encima de leyes y normas. Esta ley "machista", en concreto, se ha impuesto en el pueblo judío por la "dureza de corazón" de los varones que controlan a las mujeres y las someten a su voluntad."(1) Jesús pone al hombre y a la mujer en el mismo lugar, en la misma condición de igualdad, no para que se separen, sino para que se amen. Porque el proyecto original de Dios es que varón y mujer, mujer y varón, sean una sola carne. Sin embargo vemos cada día lo lejos que estamos de este proyecto, en una sociedad que aplica sobre el matrimonio los mismos principios del consumismo: lo que no sirve se tira, y hay que comprar uno nuevo. En una sociedad que promueve todo lo light, no nos debe sorprender que también las relaciones humanas sean light.
Hoy no voy a hablar del divorcio. Sino de cómo mantener vivo el matrimonio. Uno de los mayores errores de la pareja es pensar que el enamoramiento va a durar toda la vida. Pero incluso se ha comprobado científicamente que el enamoramiento dura un par de meses. Por eso cuando muchas parejas después de unos meses de estar juntos, ya no sienten lo mismo que al principio, se desilusionan y lo abandonan. Lo real es que el enamoramiento debe dar paso al amor verdadero, porque al principio de una relación no se ven las cosas muy claras. Cuando nos enamoramos de una persona solamente vemos las cosas más lindas, y esto es así porque la otra persona que busca conquistarnos, incluso nosotros mismos, mostramos las cualidades que más nos enorgullecen. Sin embargo con el correr de los meses es muy difícil mantener esta situación, no se puede estar mostrando siempre lo mejor, porque nosotros no somos solamente eso, sino que somos un montón de realidades incluso a veces contradictorias. Yo cuando me puse de novio, siempre me mostraba estudioso, aplicado, y no es que estuviera mintiendo, sino que lo era. Pero también era un poco vago y distraído. Con el tiempo mi esposa fue descubriendo estas otras cualidades que yo tenía. Y tuvo que tomar una decisión, una decisión que también tuve que tomar yo, la decisión de amarnos. Porque amar es más que un sentimiento, amar es una decisión.
Debemos tener en cuenta también que dentro de una pareja se viven tres momentos importantes: Ilusión, desilusión y júbilo. El noviazgo es la etapa llena de ilusiones, pero pronto vienen las desilusiones, es normal que esto pase y no se debe querer evitarlo. Ya que a menudo idealizamos a nuestros novios o novias, pero con el correr de los días surge su verdadera imagen. Esa es la imagen que debemos amar, no la que nosotros nos hicimos en nuestra cabeza. Muchas personas se separan porque dicen: “ella no era como yo me la había imaginado”. Y es claro que nadie es como uno se lo imagina. Pero después de esta desilusión, debemos volver a ilusionarnos, debemos tomar la decisión de amar para volver a ilusionarnos con nuevos proyectos, con nuevos sueños.
Y para volver a ilusionarse hay que pasar tiempo juntos, hay que dedicarle a la otra persona un tiempo de calidad, un tiempo que ayude al dialogo, que nos ayude a comunicar a nuestras parejas lo que nos está pasando, lo que estamos sintiendo. Y dedicarse este tiempo, no es mirar juntos una película, ni ir al cine juntos, es tomarse un tiempo para hablar, para escuchar, incluso para mirarse a los ojos. Aunque en lo cotidiano, con el correr de cada día no abunden este tiempo, para que tener el valor de planificar este espacio, un espacio tan necesario para encontrarse. A nadie les sobre el tiempo, pero menos nos va sobrar si no planificamos en que usarlos. Si conseguimos tener ese tiempo debemos cuidarlo  y protegerlo, no podemos superponer actividades, no podemos dejarlo para después. Este tiempo tiene que ser una prioridad. Ninguna pareja puede subsistir si no se dan un tiempo el uno al otro.
Por otro lado si como matrimonio estamos pasando por un periodo de crisis debemos buscar ayuda, debemos buscar gente capacitada que pueda acompañarnos. A veces nuestros amigos, pueden ser nuestros peores consejeros, porque muchos ante las dificultades lo primero que te dicen es: “déjalo, no vale la pena, ni te calientes”.  Hay muchos grupos dentro y fuera de la iglesia capacitados para acompañar a las personas en esos tiempos de desilusión. Y si recién estás de novio, también busca personas o grupos que te ayuden a crecer en el noviazgo, esta es una etapa para ir adquiriendo herramientas como el dialogo que serán imprescindibles para el matrimonio.
Por último, la lectura cierra con la imagen del niño. Así es el matrimonio, frágil, con muchas necesidades de cuidados, amenazado por muchos factores. Así como protegemos a los niños, de esa manera debemos proteger a los matrimonios. Si no trabajamos como cristianos por proteger y acompañar a los novios, y luego a los matrimonios, después no vengamos a querer defender a la familia. Hay que empezar por los cimientos. 

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