Le escribió un mensaje de texto diciéndole: TKM. Hubiese preferido que le dijera te quiero mucho con todas las letras, y muy profundamente hubiese preferido que le escribirá te amo. Pero ya con ese TKM se sentía contenta nadie en su vida le dijo tales palabras. Nunca había recibido demostraciones de cariño, nunca se había sentido amada en sus 15 años de vida. Siempre se sintió que no valía nada, que si un día dejará de existir todo seguiría igual…
Durante la última Cena, Jesús dijo a sus discípulos: "Como el Padre me amó, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo cumplí los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto. Éste es mi mandamiento: Ámense los unos a los otros, como yo los he amado. No hay amor más grande que dar la vida por los amigos. Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando. Ya no los llamo servidores, porque el servidor ignora lo que hace su señor; Yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre. No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero. Así todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, él se lo concederá. Lo que yo les mando es que se amen los unos a los otros". Jn 15, 9-17
¿Qué es el amor? No existe en el mundo palabra más usada y tan poco entendida como esta. Hoy quiero reflexionar en lo poco que decimos te quiero a las personas que amamos. Qué poco demostramos con palabras los sentimientos que sentimos. Quizás alguno me diga, que no es necesario decir te quiero, sino demostrarlo con acciones concretas de amor. Y yo les digo: las dos cosas son necesarias. Cuánto le gustaría a la otra persona escuchar esta simple palabra, que a veces se nos atraganta en la boca y no se anima a salir.
Que distinto sería para muchos chicos escuchar de la boca de sus padres las palabra te quiero. Que distinto sería el mundo si demostráramos más nuestro amor por los demás.
En la actualidad hablar de amor parece que es hablar de un sentimentalismo barato. Y puede ser porque está tan desvaluada esta palabra. Hoy la tele está llena de programas donde la gente llora, se emociona, donde apelan a los sentimientos simplemente para vender. Porque ese es el fin último de la tele vender. Hasta te obligan a llorar para que la gente vea lo emocionado que estás. ¡Qué comercio pueden ser las emociones!
También hemos descreído del amor. Ya muchos jóvenes no creen en el amor. Muchos le dicen a unos te quiero, y al día siguiente cuando ya obtuvieron lo “que quería” de esa persona la dejan. Cuando decimos te quiero, deberíamos preguntarnos para qué queremos a esa otra persona. A veces el querer se convierte más en un “Te poseeo” o en “un te quiero poseer”.
Cuantas personas andan por la vida buscando amor, hasta pagan por sexo pensando que ahí encontraran el cariño que nunca tuvieron.
Pero ese no es el amor del que nos habla Jesús. El amor de Jesús es ese amor que te lleva a dar la vida por los demás. A demostrale con acciones concretas que lo amas. No es un amor condicional que dice te amo si haces lo que yo quiero, no es un amor que se queda esperando que el otro le devuelva el amor.
El amor tiene que tener manifestaciones físicas. No puedo decir que amo a una persona y nunca le hice una demostración de cariño, nunca le di un abrazo, o un beso, o le hice una caricia.
¿Cuál es la medida del amor? Dice el primer mandamiento “Amarás a Dios y al prójimo como a ti mismo”. Entonces no tendríamos que hacerle al otro, aquello que no nos justan que nos hagan. O mejor dicho tenemos que actuar con el otro como nos gusta que nos traten a nosotros. Pero que pasa si yo no me quiero, si no me amo, si no me valoro. Que medida sería yo del amor… sabiendo esto, sabiendo Jesús que nuestro amor es imperfecto agrega algo importante al primer mandamiento: “ámense los unos a los otros como yo los he amado”. Es Jesús la medida del amor, es Jesús en quien tenemos que vernos reflejados para comprobar si estamos amando de verdad a los demás.
Hoy mi invitación es simple, que nos digamos un poquito más esas palabras que sanan heridas, que curan resentimientos, que hacen perdonar ofensas: te quiero, te amo. Animémonos a decir lo que sentimos, no esperemos momentos especiales, no esperemos a situaciones críticas, no esperemos hasta que llegue en momento en que ya la otra persona no la pueda escuchar más.
Si en este día sentís que nadie te ama, si nunca te dijeron te quiero, ten la certeza que así como Jesús se lo dijo a los discípulos hace dos mil años, hoy te lo esta diciendo a vos: hoy te dice te amo, son lo mejor que cree en la vida, sos por lo que baje a este mundo. Jesús te dice te amo, no como ama el mundo, no con un amor pasajero, sino con un amor eterno que entrega la vida por los que quiere. Si te sentís despreciado, odiado, temido. Si sentís que no vales nada, que todo seguiría igual si no estuvieran, ten la certeza de que es todo lo contrario. Dios te ama, te ama con locura, te ama porque le perteneces porque te creo, porque es un padre madre perfecto que no desprecia a sus hijos.
Por último: "La Palabra de Dios que nos inculca el amor como la energía del cristiano. Nosotros debemos reafirmar nuestra fe en el amor. El amor no es cobardía, el amor no es pasivismo; el amor la fuerza, la única fuerza que ha salvado al mundo. ¡No hay otra salvación más que la del amor de Cristo que nos trajo el amor redentor de Dios!" (Mons. Romero, 20/5/1979).
Un lugar para iluminar la realidad juvenil a la luz de la Palabra de Dios
domingo, 13 de mayo de 2012
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