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Jesús dijo: "Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da su
vida por las ovejas. El asalariado, en cambio, que no es el pastor y al que no
pertenecen las ovejas, cuando ve venir al lobo las abandona y huye, y el lobo
las arrebata y las dispersa. Como es asalariado, no se preocupa por las ovejas.
Yo soy el buen Pastor: conozco a mis ovejas, y mis ovejas me conocen a mí, como
el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre y doy mi vida por las ovejas.
Tengo, además, otras ovejas que no son de este corral y a las que debo también
conducir: ellas oirán mi voz, y así habrá un solo rebaño y un solo Pastor. El
Padre me ama porque yo doy mi vida para recobrarla. Nadie me la quita, sino que
la doy por mí mismo. Tengo el poder de darla y de recobrarla: éste es el
mandato que recibí de mi Padre". Jn 10,11-18
Mi encuentro
con ese pastorcito me dejó una enseñanza importante: Todos somos pastores. Todos tenemos a alguien que debemos pastorear, a todos se nos da un rebaño a quien
cuidar, a quien proteger, a quien guiar. No podemos poner excusas, ni siquiera
decir que somos muy pequeños, o no tenemos experiencia, o que no sabemos. Entonces
ante esta verdad, surge una pregunta: si todos tenemos un rebaño, si todos
somos pastores: ¿Qué estamos haciendo con el rebaño que nos da Dios, que nos
encarga Dios para cuidar?
El Buen Pastor
es Jesús. No lo es ni el pastor de mi iglesia, ni el sacerdote, ni los obispos,
ni el papa, ni cada uno de nosotros. Si bien cada uno de ellos y nosotros somos
pastores, debemos tener en claro esto. Ya que las ovejas que se nos dan para
que cuidemos no nos pertenecen, no son propiedades nuestras, sino que es un encargo
que nos da Dios. Esta aclaración es para
que no nos creamos que podemos hacer lo que queramos con las ovejas. Aunque por cada una de ellas, por cada una de
las ovejas a las que se nos encomendó el cuidado debemos responder cuando nos
presentemos ante el señor, por cada una de ellas se nos pedirá cuenta.
Un joven era
pastor de una iglesia y también era profesor en una escuela. A los jóvenes de
la iglesia los animaba, los cuidaba, los protegía, les tenía paciencia. En
cambio a los jóvenes de la escuela no los trataba de la misma manera, siempre
iba con desgano a las clases, nunca les tenía paciencia a sus alumnos.
Es fácil
ser bueno con aquellos que nos siguen, con aquellos que ya están predispuestos
a escucharnos, lo difícil es ser un buen pastor con aquellos que no están tan
dispuestos a seguirnos, que nos cuestionan todo, que ponen en duda nuestra
autoridad. Es muy fácil ser pastor en el templo, muy difícil es ser pastor en
este mundo. Es ahí donde tenemos el verdadero desafío. Tengo 120 alumnos, ante ellos debo tratar de
ser un buen pastor, a imagen de Jesús, es ese el rebaño que me da Dios para
cuidar. Que hipócrita sería de mi parte, demostrar mi preocupación por los
jóvenes de la iglesia y no por los jóvenes de la escuela. Qué hipócrita sería de
nuestra parte si tenemos familias no protegerlas por estar en la iglesia.
Nuestra familia es el primer rebaño que Dios nos da, y es más que seguro que no
va a ser fácil, pero esto es lo que Dios quiere. Hoy te pregunto: ¿Cuál es el
rebaño que Dios te está dando para que cuides, y del cual no te estas haciendo
cargo por prestar atención a otras cuestiones?
Hoy Jesús se
nos presenta como el Buen Pastor. Jesús es el modelo de pastores. ¿Y que
significa ser pastor hoy? "Ser pastor en
la Iglesia no puede ser un título de prestigio. Ser pastor en la Iglesia no es
ocupar un lugar preferencial. Ser pastor en la Iglesia no es tener privilegios.
Ser pastor en la Iglesia no es sentirse dueño de la Iglesia. Ser pastor, al
estilo de Jesús, es una maravillosa misión, pero también un gran compromiso. Es
dar la vida por las ovejas.La calidad de
los pastores se demuestra por la calidad del rebaño. La calidad de los pastores
se demuestra por la vida del rebaño. La calidad de los pastores se demuestra
por la unidad del rebaño. Ser pastor es estar dispuesto a darlo todo por su
rebaño: Dar su tiempo. Dar sus cansancios. Dar lo que tiene. Darse a sí mismo. Ser
capaz de morir para que las ovejas vivan."
También
deberíamos preguntarnos si somos buenos rebaños, si somos comunidades buenas,
si en nuestras comunidades “las ovejas que no son parte del rebaño” encuentran
lugar apacible para quedarse. Hay comunidades que expulsan a los nuevos
miembros, que los asustan, que los ahuyentan. Hay personas en nuestras
comunidades que se creen más pastor, que el Buen Pastor.
La lectura hoy diferencia al buen
pastor del asalariado. Cuantas veces estamos más cerca de comportarnos como
asalariados, que como pastores. Cuantas veces queremos que nuestras ovejas nos
sirvan, cuando tienen que ser al revés, cuantas veces estoy más preocupado en
que mis alumnos me escuchen, que yo escucharlos a ellos.
Muchos quieren ser políticos para
que la gente los siga como rebaños, para poder manejarlos a su antojo. Que
distinto sería si también los políticos imitaran aunque sea un poco la imagen
del Jesús. Debemos tener en cuenta que todo poder que no se pone al servicio
del pueblo es contrario a Dios. Si se nos da poder, si se nos encomienda un
rebaño es para estar a su servicio, no para ser servido.
Hoy quiero decirte: Jesús es el buen pastor que te conoce por tu nombre,
que nunca te abandona, que da su vida por ti. Te vio perdido y te buscó. Te vio
amenazado y luchó por ti, defendió tu vida con la suya. Él es el buen pastor
que nunca se cansará de buscarte, que removerá cielos y mares, que bajará hasta
en el abismo en que te encuentres para rescatarte. Debés estar seguro de eso,
él ya te está llamando, siempre, continuamente. Te busca. Ya dio su vida por
vos, y no dudaría en darla todas las veces que sea necesaria. El buen pastor te
ama, porque le perteneces. Pero te hace libre, debes tomar vos la decisión de
encontrarte con él.
Dejemos de escuchar las voces del mundo y escuchemos la voz
de Jesús que nos llama y nos ama. Sólo él está dispuesto a dar la vida por
nosotros.
Andrés Nicolás Obregón
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