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La lectura de hoy me costó mucho reflexionar, porque no me gustaba mucho esa imagen de Jesús enojado, esa imagen de Jesús que hace un látigo y hecha a del templo a ovejas y bueyes, ese Jesús que tira todo. Es una escena a la que no estamos acostumbrados. Se contrapone a la imagen del Jesús manso y humilde. Me costó mucho entenderla, y su vez tuve que leer mucho.
Cuando leo algo me gusta hacerme preguntas, es la mejor forma de entenderlo. Por eso hoy traigo muchas preguntas: La primera que me hago es que significa para nosotros ser mansos, a lo mejor tenemos una imagen equivocada de lo que es ser manso, por eso cuando vemos a un Jesús enojado nos sentimos incomodos.
La mansedumbre y la humildad no están separadas del celo y la verdad. La mansedumbre y la humildad no significan pasividad y dejar que las cosas sigan igual. La mansedumbre y la humildad no significan silencio ante lo que está mal y es preciso cambiar. Jesús no puede soportar ver la casa de Dios: Convertida en un mercado. Convertida en un negocio. Convertida en venta y compraventa. Convertida en ganancia y dinero.
Ser bueno no significa ser indiferente a todo. Ser bueno no significa ser pasivo. Ser bueno no significa cerrar los ojos a lo que está mal. Ser bueno no significa callar cuando hay que hablar. Ser bueno no significa dejar que las cosas que están mal sigan igual. Ser bueno no significa guardar silencio cuando el templo ha perdido su sentido. Ser bueno no significa no enojarse, sino que hago con ese enojo, si es un enojo destructivo o hago del enojo algo constructivo.
La otra pregunta que me surgía es que significa en esta lectura el templo. ¿Qué es el Templo? ¿Qué significado tiene? ¿Qué debería aportar a los seres humanos y qué está aportando? El templo estaba convertido en un verdadero negocio, había perdido su sentido original. ¿Será hoy la Iglesia “casa del Padre?” ¿Será hoy la Iglesia “casa de oración?” ¿Será hoy la Iglesia “signo del Reino?” ¿Será hoy la Iglesia “sacramento del Crucificado-resucitado?” ¿Será hoy la Iglesia “sacramento de servicio a los hombres?” La pregunta que hoy todos tendremos que hacernos tiene que ser: ¿Qué cosas en la Iglesia no responden a las exigencias del Evangelio? ¿Qué cosas en la Iglesia no responden a lo que Dios espera de ella? ¿Qué cosas en la Iglesia tendrán que cambiar para ser la Iglesia de Jesús? ¿Qué cosas en la Iglesia son más obra de los hombres que obras del Espíritu? También nosotros como Iglesia debemos hacer nuestra propia autocrítica, porque sin ese juicio de discernimiento corremos el peligro de no ver nuestra realidad. No se trata de caer en una actitud de crítica amarga, sino una crítica que nazca del Espíritu. No para manchar y desacreditar a la Iglesia sino para purificarla y hacerla brillar cada vez más con la verdad del Evangelio.
También Jesús le da a la palabra templo un sentido más amplio. Jesús habla de su cuerpo como un templo, porque eso es lo que el cuerpo es, el templo del espíritu de Dios. Si nosotros pudiéramos estar más concientes de nuestro espíritu, entonces podríamos ser inspirados a entender que debemos ser celosos de ese templo en el cual vive el espíritu. Es posible que también dentro de nuestros corazones, templos del Espíritu Santo, haya demasiados bueyes y ovejas y demasiadas mesas de cambio. ¿No necesitaremos todos que Jesús comience a limpiar muchas cosas en nuestros corazones?
Si nuestro cuerpo es templo del espíritu santo también lo es el cuerpo de los demás, de nuestros amigos y enemigos. Es templo del espíritu santo el cuerpo de los pobres y oprimidos, de los alcohólicos y drogadictos, de las prostitutas y de los travestis. ¿Cómo ayudamos nosotros para que esos templos estén cada día mejor? A veces no puedo creer que haya gene que gaste más en sus mascotas que en donaciones a entidades de ayuda comunitaria, que gaste más en comprar tecnologías o en ropa y den muchas vueltas cuando le piden una moneda. Cómo es posible que gastemos más en adornar edificios y no ayudar a los que menos tienen. Cómo es posible que haya gente que tenga tanto dinero, millones y otros tan pocos. Cómo es posible que aquellos que dicen servir a la gente vivan en palacios y otros ni siquiera tengan para comer. Ojo, no digo que no gastemos en nuestras mascotas, o en tecnología o en ropa, lo que digo es que sea más equitativo.
Por último, una pregunta más profunda: ¿qué es la religión? ¿Quién es Dios? ¿Cómo nos relacionamos con él? El mercado del Templo significa convertir lo más sagrado en un negocio como cualquier otro, subrayar que Dios es un negociante como lo son todos, como lo somos todos, que te hará más o menos caso según lo que estés dispuesto a pagarle. En el fondo, es convertir a Dios en un ídolo cualquiera. Muchas veces pensamos que a Dios hay que darle para que nos dé. Cuando en realidad Dios ya nos dio todo, y debemos obrar con la gratitud de aquel que lo ha recibido todo.
Sólo cuando hayamos alcanzados todo esto, seremos capaces de como Jesús resucitar al tercer día.
Bibliografía:
http://maristasboys78.blogspot.com/
http://caminomisionero.blogspot.com/2012/03/iii-domingo-de-cuaresma-jn-213-25-ciclo_1885.html
http://www.bibliayvida.com/2012/03/nos-estamos-equivocando-juan-213-25/
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