
"Esto no quiere decir que haya alcanzado la meta ni logrado la perfección, pero sigo mi carrera con la esperanza de alcanzarla, habiendo sido yo mismo alcanzado por Cristo Jesús. Hermanos, yo no pretendo haberlo alcanzado. Digo solamente esto: olvidándome del camino recorrido, me lanzo hacia delante y corro en dirección a la meta, para alcanzar el premio del llamado celestial que Dios me ha hecho en Cristo Jesús.
Así debemos pensar los que somos maduros; y si en alguna cosa ustedes piensan lo contrario, Dios los iluminará. De todas maneras, cualquiera sea el punto adonde hayamos llegado, sigamos por el mismo camino." Filipenses 4, 2
En nuestro camino de fe todos debemos ir dando pasos. No podemos quedarnos estancados. Nuestra fe debe crecer como creció nuestro cuerpo, como crecieron nuestros conocimientos. Muchas veces veo a cristianos que se quedaron con una fe infantil, una fe tan pobre y débil que cualquier tormenta la puede tirar a bajo. Debemos avanzar en el conocimiento de Dios.
Nuestra vida es una carrera hacia una meta que no pertenece a este mundo, hacia una meta que no alcanzaremos en este tiempo. Es una carrera llena de obstáculos, llena de dificultades. Pero no estamos solos, el Espíritu de Dios es nuestro mejor aliento, nos renueva las fuerzas y nos impulsa a seguir. Hay que prepararse porque hasta habrá personas dispuestas a desalentarte, habrá situaciones que quizás te quieran hacer cambiar de rumbo. No te detengás, ¡sigue adelante!
Debemos saber que Dios siempre nos pide más, nunca más de lo que podemos dar, pero siempre más de lo que damos. Lo que ocurre es que estamos acostumbrados a dar siempre lo mínimo, por eso cuando viene Dios y nos pide aquello que es acorde a nuestras fuerzas, nos parece mucho.
Debemos saber también que un sí a Dios, conlleva muchos no. Debemos estar preparados entonces para decir sí, y luego para decir muchos no. Se trata simplemente de ser coherentes con la decisión que hemos tomado.
Si este es un tiempo en el que sentís que Dios te está pidiendo nuevos pasos, no tengas miedo Él no dejará de acompañarte. Si sentís que hay que dar un gran salto, no temás Él estará con los brazos abiertos esperándote para recibirte.
Y si no sientes nada, si estas estancado o paralizado pide a Dios que te ayude, pide a Dios su Santo Espíritu para que venga en tu ayuda. Hay que continuar la carrera.
De todas maneras, cualquiera sea el punto adonde hayamos llegado, sigamos por el mismo camino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por el comentario!!!