Me voy a suicidar, escribió en su muro Valentina.
Un amigo en tono de broma le respondió: no perdemos nada. Otro le contestó:
Siempre decís lo mismo. Luego, una amiga agregó: Solo buscás llamar la
atención, ya cansás.
Tenía 1.456 amigos en Facebook,
pero ninguno la llamó, ninguno la visitó. Valentina tomó varias pastillas que
había en la casa y murió horas después.
Jesús respondió: «Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó y cayó en
manos de salteadores que, después de despojarle y darle una paliza, se fueron,
dejándole medio muerto. Casualmente, bajaba por aquel camino un sacerdote y, al
verle, dio un rodeo. De igual modo, un levita que pasaba por aquel sitio le vio
y dio un rodeo. Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al
verle tuvo compasión. Acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y
vino; y le montó luego sobre su propia cabalgadura, le llevó a una posada y
cuidó de él. Al día siguiente, sacó dos denarios y se los dio al posadero,
diciendo: `Cuida de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva.'
¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los
salteadores?» Él dijo: «El que practicó la misericordia con él.» Entonces le dijo
Jesús: «Vete y haz tú lo mismo.» Lucas
10,25-37
Ante estas historias nos preguntamos
muchas veces dónde estaban sus padres, dónde estaba su familia. Seguramente
ocupados trabajando. ¿Podemos culparlos por eso? La sociedad nos obliga, nos ha
impuesto un modelo de vida, en el que dejamos de vivir. Ya no nos queda tiempo
para compartir. También podemos preguntarnos donde estaban esos muchos amigos
que tenía. Quizás cada uno ocupado en poner una frase bonita en su muro para
que otros comenten o hagan clik en me gusta.
Vivimos en una época de
indiferencia. Pasamos de largo sin mirar a nuestro costado, sin mirar quién
camina a nuestro lado. Gran ironía la de esta era de la comunicación en la que
parece que estamos menos comunicados.
Para Valentina no hubo un buen
samaritano. Para muchos jóvenes, para muchas personas como ella, tampoco lo
habrá. Hemos perdido la sensibilidad por el dolor ajeno. Hemos perdido la
habilidad de comunicarnos.
Cuantas veces nos habrá pasado
que publicamos algo importante por Facebook, o mandamos un mail con algún contenido realmente importante y nadie respondió. Pero grande es nuestra sorpresa cuando
alguien publica una pavada y son muchos los que contestan. Nuestra falta de
compromiso crece día a día.
Necesitamos compartir un tiempo
de calidad. Un tiempo en donde no este de fondo la televisión, en donde
compartamos una rueda de mates y una buen charla, no sobre el tiempo sino sobre cómo nos sentimos, sobre qué está
pasando en nuestro corazón, sobre el dolor que acongoja nuestro espíritu.
Que lejos estamos de ser como ese
samaritano. Sin embargo, Jesús no pierde la esperanza en nosotros y nos dice: «Vete y haz tú lo mismo.»
Hoy nosotros podemos ser los
samaritanos de alguien. Levantarlos del camino en donde están tirados,
curarlos, vendarles las heridas…
Basado en varias historias reales:
http://www.clarin.com/zona/Facebook-ver-amistad-verdadera_0_455954514.html
http://www.clarin.com/zona/Facebook-ver-amistad-verdadera_0_455954514.html