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"En Vasijas de Barro..."
Dos de la madrugada, Lucas está rodeado de amigos, una chica sumamente hermosa y desconocida lo abraza. Es el rey de la noche, nadie se atreve a discutirlo, le llueven invitaciones de todas las discotecas y bares, su nombre es sinónimo de diversión y desenfreno. Pero profundo en su corazón hay una herida que pocos saben, fue abusado con sólo diez años.
Laura tiene 1845 amigos en Facebook. Los chicos de la escuela mueren por ella. Sus grandes gafas combinan con su boca bien pintada y su peinado con flequillo impecable al costado, pero entre sus miles de fotos no hay ninguna de sus padres, divorciados cuando ella tenía 9 años.
Facundo estudia todo el día, las mejores notas son suyas, nadie sabe más que él sobre su especialidad. Sueña con ser un gran ingeniero. Pasa horas en la biblioteca de su facultad, así evita escuchar las discusiones de sus padres.
“Pero la vasija que estaba moldeando se le deshizo en las manos; así que volvió a hacer otra vasija, hasta que le pareció que le había quedado bien” Jeremías 18:4
Cuando en la antigüedad se vendían vasijas de barro algunas venían rajadas por los bordes debido a los golpes que recibía desde donde se hacían hasta el mercado donde las vendían. Los comerciantes cubrían las rajaduras con cera y las pintaban para que se vean bien, aunque verdaderamente estaban rotas, es decir, lastimadas.
Somos como vasijas, a veces llegamos al mercado de la vida lastimados porque el camino fue difícil, hubo golpes y sacudones que nos quebraron por lo duro que fueron. Pero al momento de llegar y mostrarnos tal cual somos nos cubrimos con cera de colores que lo único que hace es adornarnos por fuera pero nos deja igual por dentro.
La juventud está rota. Muchos jóvenes se muestran duros, pero por dentro están quebrados. La misma sociedad los obliga a mostrarse duros: ¿Quién desea mostrarse frágil? Nadie. La juventud está rota y busca desesperadamente quienes los arreglen, aunque no lo dicen, pero lo gritan en silencio con sus acciones, con sus actitudes. El mundo les ofrece muchas soluciones, pero solo son parches que tapan grietas.
Muchos confunden una vasija parchada con una sana, pero el alfarero, aquel que hace las vasijas, sabe cuando una está lastimada, sabe cuando una “sufre”. No busques ponerle parches a tu vida, busca hacerla de nuevo. ¿Imposible? No para Él.
Él sabe cada detalle de tu interior y nada se le escapa, este alfarero llamado Jesús conoce bien como hacerte de nuevo, pero con la diferencia de que no te llenará de cera para aparentar tu valor, sino que mostrará tu valor verdadero, el que llevás en tu interior.
Sólo Dios puede sanar a Lucas, a Laura y a Facundo. Sólo Dios puede sanarte, solo Dios puede hacerte de nuevo, tan solo espera que te pongás en sus manos.
El apóstol Pablo dijo: “Pero tenemos este tesoro, en vasijas de barro para que se vea que tan sublime poder viene de Dios y no de nosotros.” 2da. Carta a los Corintios 4:7
Leandro Yñiguez
Andrés Obregón